Casado, padre de cinco hijos, seis nietos. Nació en Zaragoza, el 26 de Octubre de 1949 y estudió en su infancia en los Hermanos Maristas.
Comenzó su carrera Universitaria en el curso 1966-1967, finalizándola en Junio de 1972 con el número 1 de su promoción.con un total de 23 matrículas de honor.
Obtuvo el grado de Licenciatura de Medicina el 10 de Diciembre de 1972, obteniendo posteriormente Premio Extraordinario.
Perfil
Escritor y autor de referencia de temas de Humanidades, de Ciencia y de
investigación. Ha publicado 20 libros y 5 capítulos.
Autor de más de 230 artículos en revistas nacionales y extranjeras.
Más de 200 publicaciones, 30200 lectores y 200 citaciones en el portal "Researchgate"
Conferenciante en más de quinientos eventos de contenido humanístico literario y científico.
Así mismo referenciado en más de 200 citas bibliográficas por sus escritos humanísticos, literarios y científicos.
Finalista en el Concurso Intergeneracional de Ensayo y relatos breves: Ensayos para
Unir, de Fundación Unir. Publicado en Volumen 3. Edición año 2015, pp.47-51. Poemario en Revista Imán, número 17, de Noviembre de 2017
Obras de relato y poesía presentadas a múltiples certámenes nacionales e internacionales.
Premio Extraordinario de Licenciatura por la Universidad de Zaragoza (1972).
Premio Academia General Militar (Curso 1971-72).
Premios de Licenciatura (1975) y del Doctorado (1979) por la Real Academia Nacional de Medicina (Madrid).
Premio de la Inmortal Ciudad de Zaragoza (1973).
Premio “Príncipe Fernando” por Radio Juventud de Zaragoza (1974).
Beca Geigy de investigación terapeútica, durante el curso 1974-1975
Premio “Fin de Carrera” de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, en el mes de Noviembre de 1972.
Beca de Investigación, concedida con fecha 6 de Diciembre de 1973, porresolución de la Dirección General de Universidades e Investigación, durante tres años, que empleó en labor investigadora, objeto de la Tesis Doctoral.
Premio “Institución Fernando el Católico” por la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza (1977). -Menciones
Especiales y accésits concedidos por Excma. Diputación Provincial de Zaragoza (1979, 1980 y1982).
Primer Premio de Investigación Médico-Quirúrgica por el Ilustre Colegio de Médicos de Zaragoza (1988).
Premio a la mejor comunicación MIR a nivel nacional por el trabajo: diferencia entre variables representativas de Enfermedad o repercusión cardiovascular entre Poblaciones con o sin Antecedentes Familiares precoces de eventos cardiovasculares (XXVI Congreso Nacional de SEMERGEN, Granada 16 de Octubre de 2004).
Académico Correspondiente de la Real Academia de Medicina de Zaragoza (1988).
Académico correspondiente de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza (2015)
Pertenece al Grupo Nacional de Investigadores de Factores de Riesgo Cardiovascular (CIFARC) perteneciente a la Sociedad Española de Medicina Interna. (2002)
CUREUS LAURATE in recognition of their extraordinary contributions to The Cureus Journal of Medical Science. October 06, 2023.
Caballero de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza
Expresidente de cursillos de Cristiandad de Zaragoza
OTRAS RESEÑAS DE INTERÉS
Incluido en la gran enciclopedia aragonesa 2007, apéndice V, pág. 245.
Incluido en el diccionario de escritores aragoneses contemporáneos 1885-2005.
Socio de número de la Asociación Aragonesa de Escritores (A.A.E.)
Miembro socio de número de ASEMEYA (Asociación Española de Médicos Escritores)
Miembro de la Red Mundial de Escritores en Español
Miembro socio de AESMI (Asociación Española de Médicos Integrativos). Noviembre 2016.
Included in Biographical record in The International Biographical Centre of Cambridge”, since 1998.
Included in 2000 Outstanding Intellectuals of the 21 St Century, International Biographical (Great Britain) since 2008. -Scholar of Academic Genealogy Wiki.
Tertuliano de Onda Zaragoza y en Voces Escritas.
Articulista en Diarios Online: Arbil; Religión y Libertad; El Heraldo Montañés; El Libre Pensador...
Colaborador literario en Centros Cívicos de Zaragoza.
Participante como lector y autor de relatos en la Campana de los Perdidos.
Participante en "Team F Net" con Voces Escritas y Con Versos en la Noche.
Imparte un Ciclo de conferencias en el Ateneo de Zaragoza sobre “El saber
comer. La importancia de una sana alimentación” desde Noviembre de 2013 hasta la actualidad.
Desde el comienzo de su carrera universitaria fue alumno interno en las Cátedras de Anatomía, Patología General y Patología Médicas, donde comenzó a desarrollar actitudes investigadoras.
Al haber sido Profesor Ayudante en la Cátedra de Anatomía B (Dr. Jiménez) esta situación le permitió compatibilizar la labor científica e investigadora, pudiendo trabajar con animales, especialmente la rata blanca, en la línea de investigación clínica Histoquímica, observando los cambios Colpocitoquímicos de los principios inmediatos en el Puerperio y bajo la acción de droga, así como de otros órganos como el pulmón.
Así mismo pudo seguir la línea de investigación, de la que desarrolló la Tesis Doctoral, tesis fundamentalmente anatomoclínica, basada en la Maduración Ósea, utilizando metodología radiológica a efectos de estudiar el Tarso de niños desde la época fetal hasta los 15 años. Posteriormente siguió esta línea de Investigación, sobre Edad Ósea, estudiando esta vez la Región Carpiana y elaborando un Atlas Español de la mano, con una casuística de alrededor de 5.225 niños, desde el nacimiento hasta los 17 años. Con ello se obtuvo un nuevo método numérico original para el cálculo de la edad ósea del niño, además de poder emplearse como el método americano de Greulich y Pyle. Fue premiado por este trabajo con el Primer Premio de Investigación Médico-Quirúrgica concedido por Ilustre Colegio de Médicos de Zaragoza (año 1988).
Todas estas investigaciones y posteriores en estos temas están recogidas en libros publicados, y comunicadas en Cursos y Congresos de la Sociedad Anatómica Española y de Pediatría. Posteriormente siguió esta línea de Investigación con otro método: MIF (Metacarpofalángico), para el Cálculo de la Edad ósea. Así mismo desarrolló nuevos Métodos para predicción de Talla Adulta a partir de los anteriores métodos de cálculo de la Edad ósea, en Población Longitudinal Suiza de Zúrich y española, gracias a la gentileza de los profesores Prader y Largo del Kinderspital de Zurich, y Dr. Ferrández Longás de Zaragoza (Centro Andrea Prader). Consideramos el interés de esta investigación en los terrenos anatómico, pediátrico, endocrinológico, y médico en general, así como su interés social.
Toda esta labor de investigación, ya dicha anteriormente, se ha traducido además de las participaciones y comunicaciones a Congresos, Jornadas, Reuniones, en publicaciones en Revistas Nacionales y Extranjeras en lengua inglesa y francesa.
La difusión de estas investigaciones ha sido de orden nacional e internacional, habiéndose interesado por estos métodos, no sólo compañeros médicos de Centros y Universidades de nuestro país, sino también de Europa(Suecia, Francia, Rumania, Italia) y América (Méjico, Brasil, Argentina, Canadá, así como la Universidad de Tejas y Austin (USA).
El método de maduración ósea figura también desarrollado en el libro del Profesor M. Bueno: “Crecimiento y Desarrollo Humanos y sus Trastornos”, (capítulo de Maduración ósea del Prof. Sarría), en Editorial Ergón.
Creador de programas informáticos e instrucciones para obtener la edad ósea y predicción de talla adulta de cualquier niño/a a estudio. Programa que se puede descargar de la web del Ilustre Colegio de Médicos de Zaragoza.
(www.comz.org/maduracion-osea)
Además de sus publicaciones de revisión bibliográfica clínica y casos clínicos desde su comienzo en la actividad clínica hospitalaria asistencial, desde 1992, ha investigado también específicamente en las Líneas Cardiovascular: Ateroesclerosis, Hipertensión arterial, Factores de Riesgo Cardiovascular, además de otras líneas abiertas en Medicina Biológica, Nutrición, Acústica y Medicina humanística.
Así mismo ha participado en simposios con ponencias, impartido conferencias, organizando e impartiendo cursos de Doctorado. Destacamos el interés no sólo médico sino social de estas líneas de investigación.
Desde 2002 pertenece al Grupo Nacional de Investigadores de Factores de Riesgo Cardiovascular (CIFARC) perteneciente a la Sociedad Española de Medicina Interna. Consecuencia de ello ha sido su participación en El Estudio de Control Integral de los Factores de Riesgo Cardiovascular desde Julio de 2002 a Agosto de 2003; y en una segunda fase hasta Octubre de 2004, así como la presentación de diversos trabajos para comunicaciones en diversos Congresos Nacionales e Internacionales, y la publicación: “Control Integral de los Factores de Riesgo en pacientes de alto y muy alto Riesgo cardiovascular en España. Estudio CIFARC”: Med Clin (Barc) 2005,124 (2):44-9.
Así mismo la comunicación: “Diferencia entre Variables Representativas de Enfermedad o Repercusión Cardiovascular entre Poblaciones con y sin Antecedentes Familiares de Eventos Cardiovasculares”, presentada al Congreso Nacional de SEMERGEN, celebrado en Granada del 13 al 16 de Octubre de 2004, que mereció el Premio a la Mejor Comunicación MIR. Anales de Medicina Interna 2006, 23 (1) 11-18.
De igual forma, la comunicación “Perfiles de Asociación de Riesgo o Enfermedad Cardiovascular”, presentada en Bilbao, del 5 al 8 de Octubre de 2005. Publicada en Anales de Medicina Interna 2006, 23 (10):465-474. Y: “Relación entre HVI y otros indicadores de lesión o repercusión cardiovascular. Estudio Nacional Español”, al XXVII Congreso de la Sociedad Española de Medicina Interna, en Salamanca los días 25 al 28 de Octubre de 2006. Rev. Clin Esp 2006, 206 Supl, 3:189.
Así mismo desde su comienzo en su actividad asistencial (año 1973), efectuó estudios de revisiones y casos clínicos, que han dado lugar a conferencias, ponencias en Congresos, Simposios, Mesas Redondas, Reuniones, Cursos del Doctorado… y publicaciones en diferentes revistas nacionales e internacionales.
Al ser profesor de acústica desde 1986 (Estudio Profesional de Música JR: Santamaría de Zaragoza) investigó en Kinesiología muscular a efectos de la prevención de lesiones profesionales en los músicos (pianistas), de interés en Traumatología, profesional-social. Fruto de ello ha sido la publicación, en 1996, del libro Medicina y Música de difusión nacional.
Desde el Curso 2000 hasta 2007, abrió una línea de investigación en Medicina Biológica (Homeopatía-Homotoxicología) en patologías reumáticas u otras patologías a convenir con los alumnos del doctorado (cuatro créditos).
Desde 2004 a 2007 abrió una línea de investigación sobre Medicina Biológica: Bromatología en Patología Médica: Utilidad de la Medicina Biológica (seis créditos)
A continuación me gustaría ofrecerles una visión diferente de la medicina o una manera distinta de enfocar la sociedad cristiana desde la perspectiva científica.
Durante toda mi carrera he tratado de vivir mi desarrollo profesional desde una perspectiva religiosa, siendo esta última la llave a numerosas dudas que se me planteaban periódicamente.
ANÁLISIS DE LA OBRA DE LA TRILOGÍA: “LA OTRA CARA DE LA MEDICINA”
Comenta Bernardo Ebrí en “La Otra Cara de la Medicina” a lo largo de sus tres volúmenes, que esta obra humanística pretende ser un grito esperanzado en medio de esta sociedad cada vez más materializada, que se encuentra inmolada en aras de los dioses consumo y moneda. Intenta analizar en ella al hombre desde su fisiología y psicología (1o Volumen); desde su enfermedad y apertura a la trascendencia (2o Volumen); desde su inserción social, al mundo de la cultura y de la salud (3o Volumen)
Trato de resumir de alguna forma la esencia de esta trilogía. Los contenidos de este escrito son reflejo de las ideas expuestas por el autor en su obra. Cuando considero poner íntegramente sus comentarios, los pongo entre comillas.
Afirma el autor que “La Medicina se ha tecnificado de tal forma, que se ha olvidado en las Facultades explicar al alumno, además de los conocimientos teóricos y prácticos de las asignaturas, el respeto que el paciente merece como persona, y el enfoque dentro de una unidad psico-físico-espiritual que integre la totalidad de la persona, en vez de parcelar los conocimientos y disgregarlos al estudiarlos parcialmente en cada especialidad médica. Estas son necesarias, así como los conocimientos técnicos que cada vez más sofisticadamente va englobando la Medicina, pero ambos han de ser reunificados de nuevo para el diagnóstico y tratamiento del enfermo; en un clima personal dirigido a la totalidad del hombre, aunque tratemos aparentemente sólo
una parte de ese ser”.
La importancia de las mal llamadas Medicinas Alternativas, ya que son complementarias, radica especialmente, en un enfoque más unitario y holístico del ser humano.
Este enfoque holístico no es privativo únicamente de la Medicina, sino que se trata de un nuevo paradigma en Ciencia, nacido en los albores del siglo XXI.
Como afirma Fritjof Capra, el paradigma científico actual es holístico, sistémico, ecológico porque relaciona al hombre con todo el Cosmos, comenzando por el microcosmos que es él, en todas las partes de su cuerpo, en todas sus células, en todos sus átomos; de tal forma que lo que llamamos parte no existe en realidad, sino que es, simplemente, un modelo en una red inseparable de relaciones, que cuando no la conocemos se llama azar. Cada estructura es una manifestación de un proceso subyacente en una red de relaciones intrínsecamente dinámica. Este modelo de red implica también el abandono de la física newtoniana como ideal para juzgar otras ciencias, y como fuente principal de metáforas para las descripciones científicas. El paradigma cartesiano se basaba en la creencia de que el conocimiento científico era capaz de lograr una certeza absoluta y final. En el nuevo paradigma todos los conceptos, teorías y descubrimientos son limitados y aproximados. La ciencia jamás puede proporcionar un entendimiento completo y definitivo de la realidad. En los propios fenómenos observados en la investigación influye el propio observador y, en la red de relaciones que descubrimos, nuestras descripciones forman también una red interconectada que representa los fenómenos observados.
El espacio no separa, unifica. Hay una inteligencia distinta de lo racional, la inteligencia intuitiva, que llega a lo observado de forma más directa. No se desprecia lo racional, es complementario, pero no se debe excluir lo intuitivo como acientífico.
Comenta que “Cuando nuestro ojo clínico diagnostica de entrada, la intuición está funcionando de forma directa complementándose con los saberes empíricos racionalmente aprendidos”.
Hay cosas que son razonables pero que no se pueden demostrar por la razón, como es la propia existencia de Dios. La intuición, el corazón abierto es la vía de abordaje de esta realidad trascendente: “El corazón tiene razones que la cabeza no entiende”, afirmaba Pascal. Nuestro hemisferio cerebral derecho no es igual funcionalmente al izquierdo, que es considerado como nuestro cerebro racional.
Los “koan” o problemas sin aparente respuesta que los maestros zen plantean a sus alumnos inciden en esta vía creativa de la intuición. La propia meditación trascendental, así como la oración cristiana profunda, no se mueven tampoco dentro de una óptica racional. Sólo desde el corazón, rumiando éste y no con la cabeza se puede ahondar en el misterio insondable de la Divinidad. El poder de la fe y de la oración se basan en este nuevo paradigma que alcanza también a la Teología, frente al antiguo paradigma teológico racionalista escolástico positivo.
Hoy día la Teología tiene que considerar el pluralismo actual, la conciencia de las tensiones cristianismo/culturas y la renovación de los enfoques epistemológicos a la luz de los nuevos conocimientos que los estudios actuales de los textos bíblicos están produciendo (A. Tornos).
Para una adecuada interpretación y análisis de éstos hay que tener en cuenta la cuestión hermenéutica, es decir, mirar de qué tipo de texto se trata, cuál es su forma o género literario, qué presupuestos culturales y antropológicos tienen, cuál es la forma de lenguaje que emplea. (X. Alegre). Hoy día un teólogo no puede aceptar preguntas como: ¿Cuál es la posición de la teología ante una u otra cuestión relacionada con la fe? Se podrá dar una respuesta razonable a lo inquirido, pero no la respuesta de la Teología, porque no hay una única. Hay una nueva percepción, aportada por la Antropología, de los distintos condicionamientos que imprimen su sello en las fórmulas teológicas de pensar según las particulares culturas dominantes en los distintos tiempos y espacios sociales. La variedad de estos condicionamientos produce tensiones en el campo teológico (A. Tornos).
La fe cristiana no puede renunciar a ser una y la misma en los distintos tiempos y lugares de su existencia, sin embargo, la fe debe reconocer que sus formulaciones son dependientes de contextos culturales limitados y variables, porque, de lo contrario, pasaría por alto evidencias hoy día irrenunciables de las teorías de la cultura y, al hacerlo se convertiría, con sus postulados, en creencia irracional. La conciliación de estos principios exige que se considere la fe como distinta de sus formulaciones. La fe es siempre la misma, sus formulaciones pueden variar. Al reformular de nuevo la fe, no es en rigor una nueva formulación de ella, sino una nueva interpretación de la misma. Porque fe real, en su lugar empírico de existencia, que es la mente y la práctica de los creyentes, sigue casi igual después de hecha su reinterpretación teológica (A. Tornos).
Comenta que: “Los conceptos que se exponen en este libro no pretenden ser ni siquiera formulaciones y reformulaciones de la fe, sino hipótesis científicas”.
Comenta también el autor que al consultar la bibliografía “le ha llevado la agradable sorpresa de que sus intuiciones ya las habían tenido otros autores, y que coincidíamos básicamente en su formulación, como es el caso de localizar la Resurrección del Hombre en el mismo momento de su muerte personal. Esta sí es una formulación distinta a la habitual que oímos en nuestras misas de difuntos, pero que no atenta contra la pureza de la fe, e introduce una corriente de aire fresco y gozosa en tan oscuro tema escatológico”. Ese mismo momento traduce la transformación de la fisis del hombre en energética, en un cuerpo espiritual, pero entendemos que siguiendo las palabras de Jesús, la auténtica Resurrección se produce en la visión beatífica, en el abrazo con el mismo Jesús. (Juan 11: 17-27)
No pretende con el contenido de este libro escandalizar a nadie, sino al contrario abrir vías de razonamiento e intentar demostrar cómo la fe pura no está reñida con una fe sustentada. Hay creyentes para todos los gustos.
Nos encontramos en una época de solidaridad internacional y caminamos cada vez más hacia un Ecumenismo y unificación religiosa. Sólo la vuelta a un humanismo integral podrá devolver la fe en el hombre. Sólo una comprensión dinámica de la revelación como tal, en el proceso de la Historia de la Salvación, es en sí misma la gran verdad de la automanifestación de Dios. A Jesús de Nazareth no lo pudimos conocer históricamente, pero sí se le puede conocer y amar en el hombre. Cada
vez que el hombre es solidario con el hombre, se cumple esta realidad evangélica, donde Cristo se identifica con el pobre, con el necesitado, aunque el benefactor desconozca esa presencia.
Vamos introduciéndonos en un mundo nuevo, donde los místicos de todas las religiones están atisbando que la Teología jamás puede proporcionar un entendimiento completo y definitivo de los misterios divinos. El teólogo, como cualquier creyente, no encuentra la verdad auténtica en la formulación teológica, sino en la realidad a la que esta formulación proporciona una expresión cierta, pero limitada. Sólo desde la experiencia del corazón se conoce a Dios. Este conocimiento místico ha impregnado la literatura de todos los tiempos, recordemos como botón de muestra a Teresa de Ávila y Juan de la Cruz.
El siglo XXI será eminentemente un siglo de místicos y de buceadores existenciales, comentaba Rhaner.
Esta obra quiere dar esperanza al lector, quiere valorar lo fundamental y esencial del ser humano, olvidando los legalismos, aunque lleven la etiqueta de religiosos. «La auténtica Liturgia, comenta F. Martínez, es expresión del misterio divino, del Amor. Se celebra y es “ahora”, atemporalmente: Lo que se celebró en el tiempo históricamente, al celebrarlo ahora ya no es una memoria histórica, sino un continuo presente que va expresando en todas las épocas y culturas el Amor insondable de Dios.
El objetivo principal, de esta obra en sus tres volúmenes es considerar a la persona, ya esté sana o enferma, como una unidad verdadera de sus componentes o vertientes física, psíquica y espiritual, un verdadero modelo antropológico integral humano.
L. Bof nos comenta que el cuerpo es un espíritu encarnado y el espíritu un cuerpo espiritualizado.
Sólo con una comprensión integrada del hombre en su fisis, emociones, mente y abierto a la trascendencia del Espíritu se puede conseguir la sanación y la curación de la enfermedad. Esta tiende a disgregar, pero el hombre, ayudado y guiado por el médico (término derivado del griego “medos”, el que ayuda) puede recuperar la salud, incluso de forma integral, encontrando de nuevo su paz interior.
La enfermedad o las crisis pueden producir en ocasiones una verdadera sanación de la persona. La propia crisis existencial producida por la misma muerte puede ser asumida por el ser humano con dignidad y paz.
La Dra. Elizabeth Kübler, en sus libros acerca de la muerte del ser humano, va destacando las fases por las que éste pasa tras enterarse de la gravedad de la enfermedad, que oscilan desde el rechazo y el estupor hasta la depresión y finalmente la paz, preludio del nacimiento a una nueva vida.
Una Medicina que entienda al hombre de una forma global ha sido llamada Medicina de la Persona, Integral o de la Totalidad. Aun reconociendo su base hipocrática, el primero que la formuló como tal fue el psiquiatra suizo Paul Tournier; posteriormente otros psiquiatras como Rey Ardid y Vallejo Nájera defendieron también esta Medicina; pero no es privativo de la Psiquiatría un enfoque así del ser humano: el cirujano americano Bernard Siegel fue también pionero de esta Medicina en Estados Unidos.
Cada vez un número mayor de profesionales de la Medicina pertenecientes a diversas especialidades, incluidos psicólogos, están siguiendo en todo el mundo este reencontrado camino unitario de entender al hombre.
Los médicos generalistas, de familia, e internistas, comenta Bernardo deben intentar aprender y ejercer esta Medicina. Comenta “que no se trata únicamente en ella de establecer correlaciones psicosomáticas en el ser humano, sino de integrar la vertiente espiritual en la enfermedad, de tal forma que el hombre se abra a la realidad sanante de la Trascendencia y encuentre en ella la fe en sí mismo, en los demás y en el mismo Dios. De cara al alumno, una comprensión así del hombre enfermo exige una enseñanza complementaria en nuestras facultades, así como la formación de los alumnos en los Centros Hospitalarios de referencia, a efectos de su preparación para su futuro ejercicio profesional”.
Otro objetivo que pretende es el de intentar unificar la llamada Medicina Alternativa con la Medicina Académica. Las dos son complementarias, terapias como la Homeopatía permiten un tratamiento personalizado e individualizado del paciente.
Desde los albores de la Humanidad, como afirma Balín, el médico ha sabido convertir en saberes científicos lo que eran saberes empíricos, al ser sistematizados según el método científico. Pero el hombre es limitado y no puede abarcar todo el contenido científico, de tal forma que progresivamente va entendiendo científicamente lo que ahora sólo constata empíricamente e investiga lo que ahora no puede demostrar. Es innegable, no obstante, que los saberes empíricos funcionan y ayudan al enfermo.
Por ello comenta, no se tiene derecho a despreciar esta Medicina, sino que hay que tratar de conjuntarla y sistematizarla, investigando estos saberes empíricos y despojarlos de paja y polvo. Si mentes pioneras y abiertas como Pasteur no hubieran intuido esta visión de las cosas, seguiríamos sin explicarnos las causas infecciosas.
Esta obra no pretende ser un libro técnico, por ello, en las llamadas terapias complementarias que se citan, se pretende no abordarlas de forma exhaustiva, sino explicar brevemente cuál es su indicación terapéutica, así como dar un resumen muy abreviado de ellas. El lector interesado podrá acudir a la bibliografía final para aumentar sus conocimientos.
La idea de escribir esta obra, comenta el autor, nace del diálogo mantenido por él con años con estudiantes de los últimos cursos de Medicina, en una labor de tutoría: “Además de las explicaciones teóricas y prácticas de tipo técnico, quisimos también mantener un diálogo formativo con ellos, dado que en la Facultad de Medicina la masificación del alumnado hace imposible esta tarea. Sólo en pequeños grupos, y al final de la labor técnica práctica de cada día, pudimos llevarlo a cabo”
Por ello esta obra surge de la experiencia adquirida en contacto con el alumno, que por otra parte es hombre o mujer con inquietudes compartidas con el resto de los mortales, antes que estudiante de medicina.
La forma de redacción que escoge el autor es la del diálogo y dado que hoy en día, es más frecuente la presencia femenina en la Medicina, serán dos mujeres y un hombre, los protagonistas. El diálogo distendido con personas, no únicamente estudiantes, ha hecho posible esta obra, nos dice Bernardo.
A lo largo de los diferentes capítulos comenta los aspectos médicos y paramédicos que ha considerado de interés escribir, dada su experiencia en este campo. Nos dice: “No negamos que esta obra desborda claramente en sus conceptos los de una obra estrictamente médica y bucea en un terreno metafísico. Introduce frecuentes citas bíblicas, no para tratar de aseverar dogmáticamente lo que comenta, sino porque como creyente, al escribir el texto, ha encontrado resonancias con la Palabra de Dios, hecho que por lo menos para mí, me muestra que no son incompatibles Ciencia y Religión” Asevera esto el autor basándose en los comentarios del gran bioquímico inglés presbiteriano Arthur Peacocke, ganador por la “Templeton Fondation” del premio que lleva su nombre, otorgado a aquellos científicos que buscan caminos de unión entre Fe y Ciencia.
El texto de la Biblia no crece pero sí crece nuestro conocimiento de su sentido, de su verdad, comenta el escritor bíblico Schökel.
Creo honradamente que su interés, dada la Sociedad tan tecnificada y materializada que vivimos, no va dirigido únicamente a estudiantes de Medicina, o a médicos, sino también a toda persona que tenga inquietudes humanísticas y existenciales.
Es necesario crear inquietudes humanísticas en los jóvenes porque, como dice el autor a los estudiantes de medicina: “El que de medicina sólo sabe, ni medicina sabe” (Letamendi).
En el primero de los volúmenes: “¿Qué es el ser humano?” aborda la constitución del ser humano, ya que nos dice que es un Ser Esencial y Trascendente. Comenta también las medicinas orientales, la anatomía inalámbrica del hombre y los llamados auras. Otros capítulos son: El sentido básico de su existencia, su despertar iniciático. El hombre no acaba con la muerte sino que resucita, no se reencarna. La Vida Cristiana es experiencia iniciática. Jesucristo clave de la Evolución. La importancia del sufrimiento en la maduración espiritual del hombre. La Noches del Espíritu. La neurosis Noogénica. La Logoterapia de Víctor Frankl. El valor de la Fe y la oración. Análisis de los milagros.
En el segundo “El hombre ante la Enfermedad y la Muerte. ¿Hay vida después de la vida?” aborda los siguientes temas: Conceptos de salud y de enfermedad. Causas del enfermar. Evolución histórica. Significado y enseñanza de la enfermedad para el hombre de hoy. Origen del síntoma. El lenguaje psicosomático. Aspectos generales de la depresión. Cómo superar la enfermedad. Aceptar el síntoma. La fe, sana. Análisis general del fenómeno de la muerte. Su historia. El morir nos interroga. Aceptar la propia muerte. Cristo da sentido al sufrimiento y la muerte. La atención al enfermo grave moribundo y su familia. Su derecho a una información. ¿Decirle la verdad? Reacción del paciente. Mantener el secreto profesional. Derecho del paciente a morir con dignidad. ¿Añadir vida a los días del enfermo o prolongar el proceso de muerte? La eutanasia. Diagnóstico de la muerte. Los trasplantes de órganos. Causas del morir. El suicidio. La familia en duelo. Acompañar su dolor y ayudar a superarlo. Experiencias en el umbral de la muerte y de supervivencia tras ella. Dinámica tras la muerte, otras experiencias afines. Su valoración desde la Ciencia y la Religión. Fenomenología de la Experiencia Mística.
En el tercero “¿Hacia dónde vamos?” se abordan los siguientes temas: El comienzo de la vida humana. La anticoncepción. La paternidad responsable. Aspectos médico-éticos-sociales del aborto y de la manipulación genética. “Humanizar la Medicina. Las Terapias Complementarias”, se analiza el nuevo paradigma en ciencia y en religión. El Ecumenismo. Desde Hipócrates a las crisis de la Medicina Actual. Las superespecialidades médicas. La desmotivación del profesional sanitario. El conflicto de éste con su entorno. Soluciones antes esta coyuntura: hacia una Medicina más personal. Mejorar la relación médico-enfermo. La medicina de la Totalidad. El médico como sanador. Fomentar las actitudes docentes e investigadoras del profesional y su apertura hacia las medicinas complementarias. El Naturismo. La Homeopatía. La Homotoxicología. Las fases de la enfermedad según la Homotoxicosis. La Oligoterapia. La Fitoterapia. Las Medicinas Tradicional China y Ayurvédica. Los sueños como terapia. La Psicoterapia Espiritual. La Medicina del Siglo XXI.
Creemos que esta obra, puede llenar un hueco existente, unificando tendencias, y aportando un modelo antropológico más humano y abierto hacia una posible trascendencia.
ANÁLISIS HISTÓRICO DE LA CRISIS HUMANÍSTICA EN NUESTRA MEDICINA
Nos encontramos en momentos de crisis humanística. El médico no tiene que olvidar que antes que médico es hombre, y que el enfermo antes de serlo es hombre también. El contacto entre médico y enfermo debe de realizarse dentro de un plano humano. La deshumanización de la medicina se debe a la pérdida de valores en la sociedad que nos ha envuelto a todos. Es una realidad que palpamos todos los días, debiéndose a diversos factores, como la falta de tiempo de los médicos para atender a los pacientes ya que un interrogatorio correcto con el enfermo es fundamental y básico para el diagnóstico, además de depender la confianza futura del paciente en el profesional.
Uno de los efectos de la deshumanización de la práctica sanitaria es la medicina defensiva, salida a la que acude el profesional ante el temor de ser denunciado por no ejercer una buena medicina.
El sistema actual es rígido y exige al médico en muchas ocasiones, anteponer la eficacia a la atención al paciente. Es bueno controlar el gasto, pero no olvidemos que es al hombre enfermo al que se le destina. Nunca se debió de perder el concepto del médico de cabecera, pues el contacto del facultativo con el enfermo beneficia el tratamiento y el diagnóstico. Optimizar la relación médico-paciente es la prestación más importante que debe de realizar nuestro Sistema Nacional de la Salud.
Es necesario que nos adentremos en la historia para entender mejor las bases humanísticas que deben de presidir toda relación profesional médica.
Es Hipócrates y su escuela de Cos, quien introdujo en medicina el contacto personal con el paciente. El médico heleno sentándose a la cabecera del enfermo, marca el comienzo de la medicina personal. Es el primer médico que introduce una medicina basada en la evidencia, objetiva. Desarrolla la historia clínica a la cabecera de su paciente.
Antes de la Medicina Hipocrática, el hombre se movía en un mundo en el que se encontraba sometido a fuerzas mágicas y demoníacas a merced de dioses caprichosos y muchas veces crueles, sin voluntad ni libre albedrío. Los filósofos demostraron que el hombre es dueño de sí mismo y de su muerte. Históricamente, el hito que marca la separación entre el mito y el saber, como refiere Loren, se coloca en Tales de Mileto cuando éste al regresar a Mileto, predice un eclipse de sol y demuestra objetivamente que el sol no es un carro de fuego de Apolo surgiendo por el horizonte.
En Medicina Hipócrates fue aquél hombre observador atento e inteligente de la naturaleza y de los hombres. Poseedor de buen sentido, de sentido común que es el menos común de los sentidos, supo transmitir todo lo que observaba en el paciente en tablillas. Iba trazando en ellas las primeras historias clínicas, una realidad que el padre de la medicina ha legado a sus discípulos a lo largo de los dos mil quinientos años de medicina hipocrática. Los médicos hipocráticos, ayudándose con drogas, dietas, van anotando con sinceridad y exactitud todas sus experiencias, que darán lugar al Corpus Hipocraticum. Este es una verdadera compilación médica, donde se trata todo lo que en Medicina de su tiempo se pudo saber.
Hipócrates y sus discípulos pusieron los cimientos de la Medicina moderna occidental.
Con la invasión romana, el mundo heleno fue absorbido por los vencedores, y con ello la medicina. Los médicos helenos fueron tratados como esclavos, como curanderos. Muchos historiadores llegaron a decir que la civilización romana nació sin médicos. Sólo dos nombres destacan en esta época: Asclepiadeos y Galeno. Asclepiadeos estaba dotado de sentido común y con gran capacidad de sugestión cara al enfermo, Galeno era inteligente y dotado de espíritu científico e investigador. Ambos, utilizando también el herbolario, supieron influir poderosamente en los médicos de su tiempo y en los posteriores, gracias al imperativo dogmático, especialmente de Galeno. Sus escritos plenos de dogmatismo, atravesando la edad media, influyeron hasta el Renacimiento, dando rigidez a las doctrinas médicas, y perpetuando errores. A diferencia de Hipócrates atendía más a su propio provecho que al del prójimo. Había aprendido la ciencia hipocrática, pero no la ética hipocrática.
El cristianismo fue quien incorporó esta ética al sentir médico dando a éste al compás de los tiempos, ese talante de doble vocación a la vez de ciencia y de sacerdocio.
La medicina hipocrática del sentido común, de la comprensión humana y del almacenamiento empírico de conocimientos, que darían posteriormente lugar a ciencia, incorporó con las ideas cristianas, un carácter que no abandonó al transcurrir los siglos. Desde este momento, todo acto médico va a ser informado por el amor, y la ética cristiana.
Este ha sido el legado humanista producido por la fusión de la medicina hipocrática con la filosofía cristiana.
Existen largos siglos oscuros que se extienden desde la caída del imperio romano hasta el Renacimiento. En esta época se produjeron altibajos no sólo en lo científico y lo social, sino también paradójicamente hasta en lo ético.
Sólo al llegar el Renacimiento, especialmente con Vesalio, se produce un resurgimiento de la medicina. Este con su escalpelo va demostrando los errores de los libros de Galeno, que sólo había disecado monos y cerdos, mostrando la anatomía de un cadáver humano. Paracelso a su vez, quema en el patio de la universidad de Basilea los libros antiguos, libros hechos de dogmas. Entre las llamas perecen los aforismos de Hipócrates junto con los de Galeno, Avicena, Averroes.
Ambrosio Paré, cirujano militar, aplicando el sentido común a las heridas de guerra, consigue éxitos insospechados que encubre bajo la modesta frase: "Yo los cuido, Dios los cura".
Se consigue así romper las cadenas de una medicina apoyada en los dogmas, pero prácticamente no quedaba ya nada. En la larga noche medieval sólo se había conservado acumulados en los monasterios la tradición transmitida de la antigüedad, pero no se había creado nada. Ahora, en el Renacimiento se rompía con el pasado, pero las manos se encontraban vacías, salvo individualidades aisladas.
Surgen, entonces los asnos solemnes con levita y puños de encaje, que pretendían curar las enfermedades a fuerza de sentencias latinas. Son los tiempos de las burlas, los sarcasmos, las persecuciones de aquellos pobres médicos, que se encontraban no sólo impotentes ante las pestes
de su época, sino ante el más leve trastorno del cuerpo humano. Especialmente son objeto de mofa por los literatos. Tanto Quevedo como Moliere los satirizan cruelmente. Este último llega a morir de risa cuando estaba representando una sátira dirigida contra ellos (El enfermo imaginario), donde el mismo representaba el papel de enfermo. En plena representación se sintió muy mal, y viéndose morir, haciendo el papel de enfermo y en manos de un médico asnal, que era la criatura creada por él, le entro tal regocijo, que falleció entre enormes carcajadas, con la muerte más divertida que se conoce.
Este largo período de impotencia duró hasta que Claudio Bernard, Pasteur y Santiago Ramón y Cajal con sus aportaciones elevaron el nivel de la medicina. Bernard, mediante sus experimentos con perros, introduce la experimentación fisiológica básica. Nuestro insigne aragonés aporta el descubrimiento de la neurona y establece la unidad del sistema nervioso, que posteriormente se haría funcional en Pávlov, creándose así como el substratum orgánico de la conducta del hombre. Pasteur descubre en la platina de su microscopio los microscópicos seres causantes de las enfermedades ignoradas hasta entonces.
Nace así la medicina experimental, localicista, focalista y anatomopatológica. El pago es el olvido radical de los orígenes humanísticos de la medicina. Se crea una especie de filosofía médica de urgencia para acudir desesperadamente en ayuda del hombre, olvidando el encuadre existencial de éste. Se han creado las bases somáticas de la medicina, sacrificando las bases humanas hipocráticas. ¡Cómo si hubiesen de ser incompatibles!
Se olvida por la presura pragmática de la atención médica la unidad psicosomática de todo hombre. Comienza a ser visto éste por parcelas, por pequeños compartimentos cada uno de los elementos anatomofisiológicos del organismo humano. Surgen así los especialistas y superespecialistas.
Si Cajal, Pasteur, y Claude Bernard son los primeros de esta medicina científica de época, no olvidemos que Hipócrates desde la observación y el humanismo fue en la medicina el pionero. Los científicos mediante la observación hipocrática, pudieron experimentar y comprobar que en la repetición de los fenómenos observados es posible inferir y sacar leyes.
Claudio Bernard a través de sus experimentos da consistencia lógica y científica a la teoría de los humores, pone a su vez los cimientos para que otros investigadores del medio interno del hombre descubran a su vez las hormonas y los diferentes neurotransmisores; es el substrato químico del temperamento. Cajal nos llega a decir que es incalculable lo que una idea que parasitice constantemente la mente de un investigador puede llegar a producir. El esquema cajaliano del sistema nervioso se ha revelado útil para explicarnos no sólo las interacciones de la vida vegetativa, sino también las de la vida voluntaria o de relación, y junto con las aportaciones de Pawlov han servido de base para una concepción electrónica y cibernética del ser humano, dando paso a la robótica.
La observación prolongada de estos tres genios, sentó las bases de nuestra medicina actual. Se ha producido así un salto incalculable desde la Microbiología a la bioquímica, y de la bioquímica a la física atómica.
Aun siendo muy completas estas aportaciones, el hombre tiene algo más, que es difícil otorgarle un substrato orgánico, y es su libre albedrío, su capacidad libre de decisión, aunque existan condicionamientos donde influyan las hormonas o su sistema nervioso. Su carácter de hombre existencial, que se pregunta por el más allá de su existencia en este mundo y donde puede localizarse, añade una vertiente preespiritual
Para abordar estas cuestiones no sólo se desarrolló una medicina psicosomática, incluso el uso del psicoanálisis, sino una medicina llamada integral o de la totalidad, siendo el primero en denominarla así el psiquiatra suizo Paul Tournier, medicina que comprende no solo las raíces existenciales del hombre sino que intenta darles un sentido abierto a la trascendencia, abordar en definitiva el aspecto espiritual del ser humano.
El médico ha experimentado grandes cambios a lo largo de la historia. De ser valorado como casi un Dios, allá en los albores de la protohistoria de Grecia, edificándole templos, ha llegado la época actual donde cómo dice Loren es casi un funcionario de ventanilla, sobre todo en asistencia primaria.
Con Hipócrates, todavía el médico era reconocido gracias a su esfuerzo humanista y ético. Con el imperio romano cae a la categoría de esclavo. En la edad media, la medicina duerme un sueño de siglos en los legajos e incunables de las bibliotecas de los conventos. No existen entonces individualidades médicas, si acaso centros enteros del saber, como las escuelas de Salerno, Montecasino entre los conventos y Bolonia, Padua, Basilea.... entre las Universidades. De allí surgirán para poblar todo el Renacimiento licenciados y doctores
El prestigio social de aquellos doctores enlevitados, de chistera y carruajes de mulas, llenos de sentencias latinas que junto con la jeringa de las lavativas y la lanceta de las sangrías, era todo su arsenal, dura hasta el siglo XVIII, donde son puestos en solfa y escarnio por los literatos y cómicos.
No logra salvar este desprestigio social del médico honrosas personalidades como un Sydenham que preconizando una vuelta a la medicina hipocrática de la observación, pasa largas horas a la cabecera de sus enfermos, ni la genial visión de Harvey descubridor de la circulación de la sangre o del aragonés Servet. Fueron los literatos del siglo XVIII y las pestes del XVII y XVIII, los que acabaron con el poco prestigio del médico. Las apariencias de sabiduría y el relumbrón del latinazgo cayeron fácilmente ante la impotencia en la práctica para poder atajar estas pandemias.
A lo largo del siglo XIX, nos seguimos encontrando con dos clases de médicos, unos sumidos en la oscuridad de su laboratorio, otros luciendo su prestancia y su ingenio en los salones cortesanos.
Cuando muchos médicos, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, logran confluir en sus personas ambos aspectos el social y el científico, se produce un auge de la figura del profesional. Al regularizarse y dignificarse los estudios de la Licenciatura y del Doctorado, al crearse los Colegios de Médicos que aglutinan y elevan la moral profesional y científica del médico, va produciéndose en paralelo un aumento del prestigio social de éste. Es el tiempo del médico de cabecera, donde el profesional es a la vez que honrado científico un amigo cordial y consejero familiar, que aplica sin dogmatismos su ciencia y su amistad.
Esta es la época dorada de la medicina humanista, que sincroniza en la misma persona del profesional ambos aspectos, demostrando que no son incompatibles el saber científico y el humanismo integrador de la persona.
Se sientan las bases de la relación humanística entre el paciente y el médico. Eran unos médicos que no guardaban exclusivamente su amplia humanidad y sus conocimientos, para el beneficio de las clases pudientes y la clientela, sino que pasaban gran parte de la mañana en los centros benéficos, donde por pocos estipendios, o por ninguno, contribuían así a la justicia social, la única posible en su época. Se llega así a un gran auge de los Hospitales de Beneficencia, donde la miseria se hermanaba con la enfermedad. Es la época en que el industrialismo iba ganando terreno en Occidente, haciendo gravitar la miseria sobre enormes masas de población, sobre cuyas espaldas se iba construyendo la nueva sociedad.
Por otra parte, la clase médica no se cerró en un corporativismo cerrado, implantando un número clausus en las Facultades, sino que éstas tuvieron que seguir creciendo ante la demanda de solicitudes de entrada, debido al gran prestigio que iba tomando la medicina. La clase médica fue siendo la más numerosa dentro de las clases profesionales.
Asistimos desde entonces a un dinamismo progresivo, en que los médicos dedicados a la investigación con sus descubrimientos han seguido elevando el prestigio de la medicina hasta unos cauces, donde la sociedad ya no se conforma con el simple y honesto actuar del profesional que curaba algunas veces, aliviaba casi siempre y consolaba siempre, sino que le demanda que cure siempre o casi siempre.
No sólo hemos asistido a descubrimientos de índole farmacológico, sino que a lo largo de esta época hasta nuestros días, la cirugía ha ido ganando terreno, llegando a la cumbre de los trasplantes actuales.
Contrasta con la complejidad de los medios electrónicos tecnológicos actuales, utilizados tanto para el diagnóstico como para la terapia, aquella figura clásica del médico de cabecera, armado sólo con su ingenio, su ojo clínico, su fonendoscopio y su martillito de reflejos. Aquella figura individual ha ido cediendo terreno ante la medicina de equipo, donde un conjunto de profesionales ejerce sus cuidados sobre un mismo enfermo, que es visto por muchos a la vez, por lo que se llega de nuevo a una medicina deshumanizada donde el enfermo es visto como un objeto, sin que se llegue en una mayoría de los casos a profundizar con él en un plano humano.
Esta medicina socializada a la que asistimos en nuestros días, se ha ido encareciendo cada vez más, de tal forma que se ha hecho prácticamente insostenible el gasto para casi todos los estados, por lo que se ha hecho necesario un control del gasto, una optimización y control de los recursos, a efectos de que éstos puedan llegar a todos. Esta preocupación por el gasto, ha contribuido también de rebote a intensificar la deshumanización existente; ya que se insta encarecidamente a los médicos, por parte de la administración a que contribuyan a la optimización de los recursos, importándole más en realidad a ésta, el control del gasto que la satisfacción del usuario y el nivel de la medicina que se ejerza. Claro está que no por mucho gastar se hace mejor medicina, sino que ésta es fruto de una aplicación sabia y equilibrada de los recursos técnicos actuales a cada enfermo en particular, es decir individualizar en cada enfermo, no sólo el diagnóstico sino la terapia. Y para ello volvemos al viejo problema: Hace falta tiempo para ver a cada enfermo, y poder así crear la base suficiente humanística entre paciente y médico que haga posible un ejercicio saludable de la medicina, que tiene que ser no únicamente científica sino humana. El médico actuando así, se motivaría más con este ejercicio humanístico de su profesión, verdadero salario emocional, y saldría airoso de este engranaje social de medicina, donde se ve como una pieza más de una maquinaria impersonal y socializada de curar, donde ni el jefe del servicio es conocido en ocasiones por los usuarios. Es esta una sociedad que pone en un saco común a todos los médicos; una sociedad pragmática que ha ido sacrificando el humanismo en beneficio de la evolución. Gregorio Marañón decía que “Sólo se es dignamente médico con la idea clavada en el corazón de que trabajamos con instrumentos imperfectos y con medios de utilidad insegura, pero con la conciencia cierta de que hasta donde no llega el saber, llega siempre el amor”.
La medicina es una ciencia inexacta basada en gran parte en supuestos fisiopatológicos y con gran diversidad de reacciones distintas según cada paciente, tiene mucho de arte. Como nos dice Loren, “Un saber tan especial, tan entrañablemente humano como es el saber médico, no puede ser reducido a un tratado artesanal y deshumanizado, equivalente al de un maestro fontanero o de un oficial mecánico”. Las mismas largas explicaciones que en los libros clásicos de medicina, precedían a la explicación de una técnica, no eran superfluas, desempeñaban su papel: el lograr humanizar una ciencia, que de otro modo queda reducida a unos saberes fríos, pragmáticos, no por ello más exactos; porque no olvidemos que los saberes médicos se adquieren desde una base humanística, desde un contacto íntimo con el enfermo. Estos saberes tienen que volver a aplicarse desde esta base, así como también deben de estar recogidos, impresos en las comunicaciones científicas de tal manera que la "precisión" de su exposición no sacrifique esta base humanística. Por haber olvidado estas bases, es por lo que en la actualidad estamos asistiendo, y tal vez de una forma irreversible, si no ponemos un pronto remedio, a un desarrollo de la medicina puramente pragmática, deshumanizadora, que no contenta ni al enfermo, ni al propio médico. De hecho cada día hay dentro del sistema más médicos desmotivados, quemados, es el "burn out”.
Nuestro sistema sanitario, público y privado, está tan sumamente burocratizado y jerarquizado que impide que los profesionales que están prestando el servicio puedan tomar decisiones profesionales en pos del mejor servicio a las personas, y por ende a la sociedad. Recordemos a este respecto, el caso de una persona que falleció hace años en la calle a 50 metros de un hospital sin ser atendida por nadie.
El problema base de estas desgraciadas situaciones, no es más que de deshumanización, y si se quiere de gestión de las instituciones sanitarias bajo un modelo humanizador.
Un modelo humanizador debe de permitir que los profesionales se encuentren más respaldados y con más libertad para ejercer su profesión y con ello mejorar la respuesta a la sociedad, asumiendo también una mayor responsabilidad en la práctica diaria.
ATENTADOS CONTRA LA VIDA HUMANA
Vivimos en una sociedad inmisericorde, donde la opinión de unos pocos sectarios se ha impuesto por la influencia de los medios de difusión. Politizado el aborto por intereses espúreos, económicos lo han impuesto dictatorialmente por ley, por la puerta de atrás, sin preguntarnos, y como un derecho, a espaldas de la ciencia, de la propia constitución y del propio sentido común. El atentado mortal contra el inocente ser no nacido intrauterino es considerado como un derecho de la mujer, sin que consideren ninguna opinión en contra, discusión, o información para que se sepa que crimen va a efectuarse. ¿Acaso la mujer, máxime con los adelantos técnicos que existe hoy día como la propia ecografía 4D, la simple auscultación básica del latido fetal, puede negar la existencia de un ser vivo en su interior, sabiéndose científicamente que es genéticamente diferente a ella, aunque lo albergue? Los medios de difusión manipulados políticamente y en suma por las grandes empresas y monopolios internacionales maltusianos, han ido cristalizando el mantra destructor de la vida humana, revistiéndolo de derecho. ¿Qué derecho es tal que se ampara en la destrucción de la vida de un inocente que además no puede defenderse? Es signo de cobardía y maledicencia aunque se quiera revestir de otros ropajes, donde el cinismo y la hipocresía relucen amargamente. En suma, no se entiende tal aberración, de no existir además una oscura influencia del mal en sí. El consumismo, la pérdida de valores de nuestra sociedad hedonista, ha colaborado como un caldo de cultivo propicio para la legislación dictatorial de políticos sin conciencia oportunistas. Nuevos Herodes tienen las manos cubiertas de sangre de los inocentes. Mucha parte de la sociedad esta ofuscada, no sabiendo discernir y además se niega a ser informada por prejuicios sectarios. El mantra que considera un derecho de la mujer el aborto sigue adelante. El comunismo marxista, en este como en otros temas de la ley de genero se ha impuesto, lo suyo es la división, la confrontación, caiga quien caiga. Sin respeto a la vida humana desde sus comienzos hasta su finalización natural, no es de esperar fructifique la paz social y la justicia.
¿Cómo se puede pretender en consecuencia una justicia social verdadera? ¿Cómo puede respetarse a la mujer si ella no respeta a su propio hijo? No cerremos las puertas a la misericordia divina y tentemos a su justicia ante este lamentable genocidio, donde tantos Herodes vuelven a aniquilar a los inocentes.
No existirá paz en el mundo, ni en las conciencias, mientras no se detenga esta lacra de muerte. La sangre de estos inocentes clama a la justicia divina.
Dios nos perdone y nos ayude a poder cambiar las cosas en un futuro, que esperamos sea cercano, y donde nos demos cuenta de la aberración y crimen que estamos cometiendo.
DESCRISTIANIZACION PROGRESIVA DE NUESTRA SOCIEDAD
Sustitución de Dios por los “valores” del mundo que altera la ley natural, pretendiendo sustituir la naturaleza humana por un transhumanismo robótico y todo ello con un pretendido alcance de un bienestar humano espúreo, donde unos pocos se convierten en años y señores de una masa humana servil. Pretenden crear unas falsas esperanzas de felicidad suprema, superando los problemas inherentes a nuestro existir, conduciéndonos al desánimo, al nihilismo, al sometimiento robótico al pequeño grupo de los señores omnipotentes de este mundo, un grupo demoniaco que amparándose en el poder, en la mentira, en la manipulación de los medios, y en el poder dictatorial que les da la manipulación de las democracias, se erigen en falsos salvadores de la humanidad, siendo en realidad los enemigos acérrimos de nuestra libertad, un mal encarnado que intenta destruirnos, culturizándonos en la muerte y pretendiendo anular nuestro sentido trascendente de la vida.
Con todo ello se produce una inversión de valores, una desprotección de la vida humana y de la familia, una cultura de muerte y de odio.
DESHUMANIZACIÓN DE LA MEDICINA. PRACTICAR UNA MEDICINA DE TIPO INTEGRAL O MEDICINA DE LA PERSONALIDAD COMO SOLUCIÓN
Nos encontramos en momentos de crisis humanística. El médico no tiene que olvidar que antes que médico es hombre, y que el enfermo antes de serlo es hombre. El contacto entre médico y enfermo debe de realizarse desde un plano humano. La deshumanización de la medicina se debe a la pérdida de valores en la sociedad. Es una realidad que palpamos todos los días, debiéndose a diversos factores, como la falta de tiempo de los médicos para atender a los pacientes y un interrogatorio correcto con el enfermo es fundamental y básico para el diagnóstico y constituye una parte esencial, pues de ella depende la confianza futura del paciente en el profesional.
Uno de los efectos de la deshumanización de la práctica sanitaria es la medicina defensiva, salida a la que acude el profesional ante el temor de ser denunciado por no ejercer una buena praxis.
El sistema actual es rígido y exige al médico en muchas ocasiones, anteponer la eficacia a la atención al paciente. Es bueno controlar el gasto, aunque es preciso que se realice dentro de unos límites.
Nunca se debió de perder el concepto del médico de cabecera, pues el contacto del facultativo con el enfermo beneficia el tratamiento y el diagnóstico. Acertar en la relación médico-paciente es la prestación más importante del Sistema Nacional de la Salud. Por ello es necesario que nos adentremos en la historia para entender mejor estas bases humanísticas que deben de presidir toda relación profesional médica.
Es Hipócrates y su escuela de Cos, quien introdujo en medicina el contacto personal con el paciente. El médico heleno sentándose a la cabecera del enfermo, marca el comienzo de la medicina personal. Es el primer médico que introduce una medicina basada en la evidencia, objetiva. Desarrolla la historia clínica a la cabecera de su paciente.
Antes de la Medicina Hipocrática, el hombre se movía en un mundo en el que se encontraba sometido a fuerzas mágicas y demoníacas a merced de dioses caprichosos y muchas veces crueles, sin voluntad ni libre albedrío. Los filósofos demostraron que el hombre es dueño de sí mismo y de su muerte.
En Medicina, Hipócrates fue aquél hombre observador atento e inteligente de la naturaleza y de los hombres. Poseedor de buen sentido, de sentido común, supo transmitir todo lo que observaba en el paciente en tablillas. Iba trazando en ellas las primeras historias clínicas, una realidad que el padre de la medicina ha legado a sus discípulos a lo largo de los dos mil quinientos años de medicina hipocrática. Los médicos hipocráticos, ayudándose con drogas, dietas, van anotando con sinceridad y exactitud todas sus experiencias, que darán lugar al Corpus Hipocraticum. Este es una verdadera compilación médica, donde se trata todo lo que en Medicina de su tiempo se pudo saber.
Hipócrates y sus discípulos pusieron los cimientos de la Medicina moderna occidental.
Con la invasión romana, el mundo heleno fue absorbido por los vencedores, y con ello la medicina. Los médicos helenos fueron tratados como esclavos, como curanderos. Muchos historiadores llegaron a decir que la civilización romana nació sin médicos. Sólo dos nombres destacan en esta época: Asclepiadeos y Galeno. Asclepiadeos, dotado de sentido común, y con gran capacidad de sugestión cara al enfermo. Galeno inteligente y dotado de espíritu científico e investigador. Ambos, utilizando también el herbolario, supieron influir poderosamente en los médicos de su tiempo, y en los posteriores gracias al imperativo dogmático, especialmente de Galeno. Sus escritos plenos de dogmatismo, atravesando la edad media, influyeron hasta el Renacimiento.
El cristianismo fue quien incorporó la ética hipocrática al sentir médico dando a éste al compás de los tiempos, ese talante de doble vocación a la vez de ciencia y de sacerdocio. Este ha sido el legado humanista producido por la fusión de la medicina hipocrática con la filosofía cristiana.
Existen largos siglos oscuros que se extienden desde la caída del imperio romano hasta el Renacimiento. En esta época se produjeron altibajos no sólo en lo científico y lo social, sino también paradójicamente hasta en lo ético.
Sólo al llegar el Renacimiento, especialmente con Vesalio, se produce un resurgimiento de la medicina. Este con su escalpelo va demostrando los errores de los libros de Galeno, que sólo había disecado monos y cerdos, mostrando la anatomía de un cadáver humano. Paracelso a su vez, quema en el patio de la universidad de Basilea los libros antiguos, libros hechos de dogmas. Entre las llamas perecen los aforismos de Hipócrates junto con los de Galeno, Avicena, Averroes.
Ambrosio Paré, cirujano militar, aplicando el sentido común a las heridas de guerra, consigue éxitos insospechados que encubre bajo la modesta frase: "Yo los cuido, Dios los cura".
Se consigue así romper las cadenas de una medicina apoyada en los dogmas, pero prácticamente no quedaba ya nada. En la larga noche medieval sólo se había conservado acumulados en los monasterios la tradición transmitida de la antigüedad, pero no se había creado nada. Ahora, en el Renacimiento se rompía con el pasado, pero las manos se encontraban vacías, salvo individualidades aisladas.
Surgen, como dice Loren, los asnos solemnes con levita y puños de encaje, que pretendían curar las enfermedades a fuerza de sentencias latinas. Son los tiempos de las burlas, los sarcasmos, las persecuciones de aquellos pobres médicos, que se encontraban no sólo impotentes ante las pestes de su época, sino ante el más leve trastorno del cuerpo humano. Especialmente son objeto de mofa por los literatos. Tanto Quevedo como Moliere los satirizan cruelmente. Este último llega a morir de risa cuando estaba representando una sátira dirigida contra ellos (El enfermo imaginario), donde el mismo representaba el papel de enfermo. En plena representación se sintió muy mal, y viéndose morir, haciendo el papel de enfermo y en manos de un médico asnal, que era la criatura creada por él, le entro tal regocijo, que falleció entre enormes carcajadas, con la muerte más divertida que se conoce.
Este largo período de impotencia duró hasta que Claudio Bernard, Pasteur y Santiago Ramón y Cajal con sus aportaciones elevaron el nivel de la Medicina. Bernard, mediante sus experimentos con perros, introduce la experimentación fisiológica básica. Cajal aporta con el descubrimiento de la neurona y establece la unidad del sistema nervioso, que posteriormente se haría funcional en Pávlov, creándose como el substratum orgánico de la conducta del hombre. Pasteur descubre en la platina de su microscopio los microscópicos seres causantes de las enfermedades ignoradas hasta entonces.
Nace así la medicina experimental, localicista, focalista y anatomopatológica. El pago es el olvido radical de los orígenes humanísticos de la medicina. Se crea una especie de filosofía médica de urgencia para acudir desesperadamente en ayuda del hombre, olvidando el encuadre existencial de éste. Se han creado las bases somáticas de la medicina, sacrificando las bases humanas hipocráticas. ¡Cómo si hubiesen de ser incompatibles!
Se olvida por la presura pragmática de la atención médica la unidad psicosomática de todo hombre. Comienza a ser visto el hombre por parcelas, por pequeños compartimentos cada uno de los elementos anatomofisiológicos del organismo humano. Surgen así los especialistas y superespecialistas.
Si Cajal, Pasteur, y Claude Bernard son los primeros de esta medicina científica de época, no olvidemos que Hipócrates desde la observación y el humanismo en su medicina es el pionero. Los científicos mediante la observación hipocrática, pudieron experimentar y comprobar que en la repetición de los fenómenos observados es posible inferir y sacar leyes.
Claudio Bernard a través de sus experimentos da consistencia lógica y científica a la teoría de los humores, y pone a su vez los cimientos para que otros investigadores del medio interno del hombre descubran a su vez las hormonas y los diferentes neurotransmisores. Es el substrato químico del temperamento. Cajal nos llega a decir que es incalculable lo que una idea que parasitice constantemente la mente de un investigador puede llegar a producir. El esquema cajaliano del sistema nervioso se ha revelado útil para explicarnos no sólo las interacciones de la vida vegetativa, sino también las de la vida voluntaria o de relación. Junto con las aportaciones de Pávlov ha servido de base para una concepción electrónica y cibernética del ser humano, dando paso a la robótica.
La observación prolongada de estos tres genios, sentó las bases de nuestra medicina actual. Se ha producido así un salto incalculable desde la Microbiología a la bioquímica, y de la bioquímica a la Física atómica.
Aun siendo muy completas estas aportaciones, el hombre tiene algo más, que es difícil otorgarle un substrato orgánico, y es su libre albedrío, su capacidad libre de decisión, aunque existan condicionamientos donde influyan las hormonas o su sistema nervioso. Su carácter de hombre religioso, que se pregunta por el más allá de su existencia en este mundo y ¿dónde se localiza? Para abordar estas cuestiones no hay sólo que desarrollar una medicina psicosomática, incluso el uso del psicoanálisis, sino una medicina integral, de la totalidad, que comprenda también las raíces existenciales y religiosas del hombre, su aspecto espiritual en suma.
No sólo hemos asistido a descubrimientos de índole farmacológico, sino que a lo largo de esta época hasta nuestros días, la cirugía ha ido ganando terreno, llegando a la cumbre de los trasplantes actuales.
Contrasta con la complejidad de los medios electrónicos tecnológicos actuales, utilizados tanto para el diagnóstico como para la terapia, aquella figura clásica del médico de cabecera, armado sólo con su ingenio, su ojo clínico, su fonendoscopio y su martillito de reflejos. Aquella figura individual ha ido cediendo terreno ante la medicina de equipo, donde un conjunto de profesionales ejerce sus cuidados sobre un mismo enfermo, que es visto por muchos a la vez, por lo que se llega de nuevo a una medicina deshumanizada donde el enfermo es visto como un objeto, sin que se llegue en una mayoría de los casos a profundizar con él en un plano humano.
Esta medicina socializada a la que asistimos en nuestros días, se ha ido encareciendo cada vez más, de tal forma que se ha hecho prácticamente insostenible el gasto para casi todos los estados, por lo que se ha hecho necesario un control del gasto, una optimización y control de los recursos, a efectos de que éstos puedan llegar a todos. Esta preocupación económica, ha contribuido también de rebote a intensificar la deshumanización existente; ya que se insta encarecidamente a los médicos, por parte de la administración a que contribuyan a la optimización de los recursos, importándole en realidad, más a ésta, el control monetario que la satisfacción del usuario, y el nivel de la medicina que se ejerza. Claro está que no por mucho gastar se hace mejor medicina, sino que ésta es fruto del equilibrio entre una aplicación sabia de los recursos técnicos actuales a cada enfermo en particular, es decir individualizar en cada enfermo, no sólo el diagnóstico sino la terapia. Y para ello volvemos al viejo problema: Hace falta tiempo para ver a cada enfermo, y poder así crear la base suficiente humanística entre paciente y médico que haga posible un ejercicio saludable de la medicina, que tiene que ser no únicamente científica sino también humana. Actuando así, el médico se motivaría más con un ejercicio humanístico de su profesión, saldría airoso de este engranaje social de medicina, donde es una pieza más de esta maquinaria impersonal y socializada de curar, donde ni el jefe del servicio, es conocido por los usuarios. Es esta una sociedad que pone en un saco común a todos los médicos; una sociedad pragmática que ha ido sacrificando el humanismo en beneficio de la evolución. Gregorio Marañón decía que “sólo se es dignamente médico con la idea clavada en el corazón de que trabajamos con instrumentos imperfectos y con medios de utilidad insegura, pero con la conciencia cierta de que hasta donde no llega el saber, llega siempre el amor”.
El enfermo nos pide además de competencia, comprensión y trato cordial. En segundo lugar, puede que al interrogarnos descubramos carencias y por ello sintamos miedo de hacerlo, y así poder escudarnos en el sistema por nuestra falta de generosidad, comprensión y cariño. Por ello creemos, que el problema se resuelve contestando cada uno de nosotros desde nuestro propio corazón; entonces descubriremos el verdadero sentido de nuestra vocación, que es la de ayudar a nuestros pacientes, adquiriendo entonces un sentido más pleno nuestra vida.
Lo que puede aprenderse de un enfermo, no puede reducirse en definitiva a unas reglas prácticas fácilmente enunciables y estrictamente mecánicas en su aplicación.
El médico clásico, el curandero siempre han curado por sugestión (por efecto placebo), tratando de sustituir el temor del enfermo por la confianza, que se personalizaba en el mismo médico. Sobre estas bases humanísticas se asentaba la eficiencia, la posibilidad de curación. Hoy hemos olvidado estas premisas y no sólo los médicos sino también los pacientes, sobre todo si se trata de obtener una compensación económica tras una denuncia de una aparente mala praxis (actuación médica).
El profesional ante esta situación no debe de escudarse en una medicina de tipo defensivo; medicina constituida a base de solicitar una multitud de pruebas (que suplen en una mayoría de casos la falta de atención personal al enfermo) a efectos de defenderse ante los tribunales de posibles denuncias. Lo lamentable es que los jueces al no ser médicos, valoran más pruebas protocolizadas que el diagnóstico correcto efectuado al paciente y su asistencia personalizada. Valoran más la "cantidad" que la calidad en la atención. Fruto de esta medicina técnica es la judicialización de la medicina a que estamos asistiendo. Es necesario por ello el consentimiento informado, ya que el paciente tiene que aceptar las pruebas u operaciones a que va a ser sometido, pero este consentimiento jamás debe de sustituir la confianza que el paciente tiene que tener a su médico. Lo que ocurre es que en la mayoría de las ocasiones, en esta medicina socializada en que nos movemos, los pacientes ya no eligen médico, ya que al sentirse enfermos entran en un sistema burocratizado en extremo, donde se ven asistidos por médicos que no conocen, y que por lo general se encuentran sobresaturados de trabajo, con lo que la atención personalizada no se realiza en condiciones óptimas. Y es que interesa más actualmente la cantidad que la calidad. Pasamos en consecuencia de un pragmatismo y tecnicismo a la práctica de una medicina deshumanizada. Esta situación acaba también por pasar a la larga factura al propio médico, produciéndole una desmotivación profesional. El médico queda robotizado, sujeto a protocolos estrictos que le defiendan caso de denuncias, y viendo en una mayoría de las ocasiones al enfermo como un posible enemigo, o al menos como un no amigo, que puede producirle muchos problemas. El paciente también sufrirá esta situación (pagan justos por pecadores), de tal forma que si le falta el afecto del profesional sanitario que le atiende, su estancia en el hospital (muchas veces antesala del tránsito) quedará como una amarga experiencia hasta los últimos instantes.
Para Clavé, médico experto en bioética, el dolor y la propia muerte nos replantean si lo que estamos haciendo cada día es lo correcto: “El dolor, la enfermedad y la muerte es un proceso de aprendizaje que debe de ser abordado a través de un camino de humanización. Cuando ponemos en funcionamiento la comprensión, la compasión, el cariño, la ternura, el amor, la solidaridad..., somos capaces de afrontar mejor la realidad siempre dura de la enfermedad y la muerte". Abordar estas cuestiones es más complicado que un abordaje exclusivamente “científico” del enfermo, desde una protocolización exhaustiva.
Es necesario que se enseñe al estudiante desde la carrera estos aspectos llamados paramédicos, que es importante conocer. De esta forma los futuros médicos sabrían plantear estas situaciones.
Expertos en el tema del dolor comentan que es necesario entre los profesionales, el intercambio de experiencias pertenecientes a diferentes disciplinas que desde su posición tratan el dolor; forman parte de las llamadas Medicinas complementarias: “Desde una perspectiva científica-humanista, la medicina, la psicología, la filosofía y las medicinas complementarias confluyen en un intento integrador de respuesta a esta realidad del hombre”. La acupuntura, la homeopatía, la homotoxicología, la espagírica, la terapia neural, la sofronización, entre otras varias, se han utilizado para tratar el dolor con muy buenos resultados. Desde estas disciplinas la visión del enfermo es más unitaria, dedicándose además más tiempo al paciente que en la medicina tradicional.
No solo en la medicina hospitalaria, sino también en asistencia primaria se evidencia este proceso deshumanizador. Los médicos intensivistas al mantener una estrecha relación con el paciente, se encuentran muy sensibilizados hacia esta problemática. Hay que ir hacia una medicina intensiva más humana y más justa, comentan muchos compañeros intensivistas. Se ha perdido en definitiva calidad en la relación médico paciente. Se ha perdido así mismo la forma de hacer medicina desde la observación. A este respecto el cirujano Enrique Moreno a propósito de la presentación del libro Marañón y su obra, escrito por el discípulo de don Gregorio, Vicente Pozuelo, incidía en la necesidad de rescatar esa forma de hacer medicina basada en el trato más humano, en el amor al enfermo y su dolencia por encima de cualquier conocimiento científico o avance tecnológico, que vivía con tanta intensidad Marañón o su discípulo. “Aprendí que la humildad era necesaria ante el enfermo y que el conocimiento de la ciencia necesitaba de ella para poderse transmitir con beneficio. Me di cuenta de que la soledad y el miedo del enfermo también pueden, en una situación tan especial, necesitar del espíritu de un verdadero médico”.
El paciente de cáncer requiere un cuidado afectivo y emocional básico. En este aspecto la Psicooncología es una especialidad que rompe las barreras de la incomunicación entre el enfermo, el médico y los familiares, así como favorece la aplicación de protocolos que permiten identificar precozmente las patologías psiquiátricas. La comunicación con el paciente de cáncer es decisiva. Cada paciente requiere que se le dé una información individualizada. El médico debe de informar a los familiares adecuadamente, ya que en muchas ocasiones éstos tienden a desentenderse de la realidad.
Los médicos de asistencia primaria se quejan de que sólo hacen asistencia y burocracia. Manifiestan que soportan un estrés que repercute no solamente en su salud, sino en el paciente a través de posibles errores profesionales. Comentan que al médico de familia se le forma para ofrecer calidad, pero se le exige cantidad. El médico general, e incluso el especialista no pueden hoy día desarrollar todo su potencial entre otras cosas por la presión asistencial. De ahí la importancia de conceder un tiempo suficiente para relacionarse médico y paciente.
Se corre el peligro de convertir al médico en un técnico, en un ser robotizado, que sigue al pie de la letra los protocolos, sin individualizar los síndromes en cada paciente, por miedo sobre todo a errar. Esta medicina defensiva nace de la fuerte presión asistencial que limita el tiempo que el médico puede conceder a cada paciente. Tengamos en cuenta además que el médico general no sólo debe de realizar asistencia sino prevención; y además debe de seguir formándose de manera ininterrumpida, amén de investigar. Para todo ello debe de estar motivado, disponer de tiempo, tener una estabilidad profesional, y recibir un salario adecuado, que en España es de los más bajos de Europa. El médico necesita además disponer de una carrera profesional.
Los gestores de la sanidad tienen que planificar correctamente los recursos sanitarios, para hacer posible la práctica de una medicina más humana. Existe el peligro de que en un afán por la reducción de costes, se relegue a un segundo plano el carácter primordialmente asistencial de la profesión médica.
El propio médico debe de ayudar a la gestión racionalizando el gasto, utilizando adecuadamente las nuevas tecnologías, pero esta cuestión no debe de hacerle relegar su carácter profesional y atender con todas las garantías al enfermo. Para ello, volvemos a repetir, necesita tiempo y motivación profesional. La administración tiene que contratar más médicos para la asistencia y la prevención. De esta manera se rebajará la presión asistencial. Este mayor coste inicial desembocará a un medio y largo plazo en un ahorro sanitario, ya que siempre es más barato prevenir que curar, además de conseguirse un mayor nivel de satisfacción tanto para el paciente, como para el propio médico. De esta forma disminuirán los errores de los profesionales, evitándose mucha iatrogenia.
Ante este conjunto de cosas, expertos en Bioética de diferentes países, solicitan que los médicos estudien y traten los errores con el resto del equipo. El médico ha de ser técnicamente excelente y moralmente bueno. La gestión clínica es algo que los médicos venimos haciendo desde hace muchos años desde la Grecia clásica. La búsqueda de la excelencia, es el areté (la virtud) de los griegos.
Personalmente me he preguntado mentalmente en muchas ocasiones al ver a un nuevo paciente: ¿Cómo te puedo ayudar? ¿Cómo no perjudicarte con mi actuación? Y así centrando el problema clínico que se me plantea desde la persona, no únicamente desde el síndrome, voy encontrando el cómo actuar; un cómo más fácil y más lúcido para dar una adecuada respuesta individualizada al problema médico de cada enfermo (Medicina de la Totalidad). Esta visión personalizada te da una seguridad profesional, que no la otorga un ejercicio puramente técnico de la medicina.
En Asistencia Primaria, hay que hacer posible que la entrevista médica sea al menos de diez minutos, tal como solicitan los propios médicos. Los seis minutos actuales de media son totalmente insuficientes. Para hacer posible estas demandas, la administración tendría que contratar a más médicos. Habría que pasar de un médico de familia que existe en la actualidad por 2000-2500 habitantes, a uno por 1200-1400 habitantes. Los defensores de esta propuesta afirman que con tal medida aumentaría la calidad de la asistencia, se ahorraría dinero y disminuiría el paro. La actual situación impide esta buena relación, además de permitir un mayor número de errores, desmotiva al profesional, e impide que éste pueda formarse adecuadamente de una forma continuada y dedicarse a la investigación. Comentan que la presión asistencial a la que se ven sometidos hace que su trabajo sea burocrático y quede reducido mayoritariamente a rellenar recetas. El tiempo a asignar a cada paciente tendría que ser en función de su patología y necesidades; de esta forma el nivel de satisfacción sería alto no sólo para los pacientes sino para el propio médico. Un paciente insatisfecho sobrecarga la sanidad. Por ello algunos compañeros propugnan quince minutos por paciente, o limitar el número de pacientes a 20 por cada cinco horas, dedicar 30 minutos cuando se trata de la primera consulta y 20 cuando es la segunda. Los diagnósticos se realizarían con mayor certeza y mejores resultados de salud. Los pacientes se adherirían al tratamiento mejor, y se resolverían problemas más concretos.
Hoy día es frecuente sobre todo en nuestros hospitales el llamado síndrome del distres moral que se origina por no poder actuar de acuerdo con lo que una persona cree que es éticamente adecuado. Se trata de un creciente problema en los hospitales, donde los médicos y enfermeras se sienten atrapados por las demandas de administradores, compañías de seguros, abogados y familiares, que chocan con sus principios, no pudiendo en definitiva poder salvaguardar los derechos de sus pacientes. Este síndrome que puede abocar si no se pone remedio al “burn out” produce absentismo laboral, e incluso abandono del puesto de trabajo. Sentimientos de frustración, debilidad, abrumación y fatiga son frecuentes y previos a estas determinaciones. Un estudio realizado por la Facultad de Enfermería de la Universidad de Pensilvana (Estados Unidos) concluyó que el 25 por ciento de las enfermeras de ese país experimentaron distres moral, lo que les hizo querer abandonar su trabajo. Además, el 41 por ciento afirmaron no estar seguras de que volverían a elegir su profesión.
El estudio mostró que cuando los profesionales sanitarios deseaban abandonar el trabajo era en gran parte por experimentar la citada patología y por no sentirse apoyados institucionalmente para lidiar con los problemas éticos de la profesión. Además, todo esto derivaba en una baja percepción de su profesión.
Si no se hace prevención, enseñando, transmitiendo estilos de vida (dieta sana, hábitos higiénicos, desde la perspectiva de una Medicina Biológica, Integral, y para ello hace falta la adecuada formación de los profesionales a este respecto) se fracasa a la larga no sólo en la gestión económica, sino en proporcionar al paciente una mayor calidad de vida. Un paciente no satisfecho, y ya con enfermedades declaradas, resulta más caro para la administración que la práctica de una medicina en la que funcione la prevención; aunque a lo primero se necesite una mayor inversión, sobre todo de tiempo y de un mayor número de médicos en ejercicio.
La Medicina Psicosomática ha pretendido ser una solución al problema, ya que lo que pretende es no desligar en ningún caso el alma del cuerpo. Hace falta no obstante ahondar más en las raíces del ser humano, donde radica su esencialidad y el hambre de trascendencia. Y esta dimensión espiritual o trascendente solo puede abarcarse desde una medicina global, como es la Medicina de la Totalidad. La llamada Medicina Biológica versión moderna de esta medicina integral está llamada a ocupar este lugar en nuestros días. Esta medicina se asienta sobre las bases hipocráticas de acercamiento al enfermo, con grandes dosis de cordialidad, comprensión y calor humano y no es ajena a los adelantos científicos de nuestro tiempo.
La Medicina de corte social que estamos viviendo se asienta sobre la justicia social, pero por las exigencias de su propia dinámica parece estar condenada a la masificación, que conlleva retardos y largas listas de espera en la asistencia especializada, sobre todo la quirúrgica. El médico lleva prisas porque tiene que llegar a todos con un cierto nivel de calidad, y no llega con el nivel de suficiente calidad que le otorgue una satisfacción profesional adecuada. La resultante es su desmotivación, y el empobrecimiento de la calidad de la medicina; una medicina tecnificada a la última, pero excesivamente protocolizada y burocrática que ha llevado de nuevo al mundo sanitario a la deshumanización actual. Las Facultades de Medicina están produciendo médicos únicamente técnicos pero no humanistas. Sin ese marco paramédico adecuado que es la relación médico paciente no es posible ejercer una medicina personal y gratificante para ambos. Es necesario un nuevo replanteamiento de la enseñanza a este respecto, comenzando ya en el pregrado. Los nuevos médicos aunque tendrán que pasar por sus propias experiencias, tienen que estar mentalizados y adoctrinados de que el ejercicio de la medicina plantea numerosas y difíciles cuestiones no sólo de índole estrictamente científica, sino deontológica.
Este vacío de una Medicina Humanista, esta necesidad de sentirse escuchado un paciente, comprendido como persona humana explica el auge del curanderismo en nuestros días, o las visitas a profesionales naturópatas no médicos. El curandero heredero de la folk medicina y de las raíces de la enfermedad como castigo de los dioses pretende servir de intermediario entre la divinidad y el hombre enfermo.
Todo médico participa en mayor o menor grado de un poder de sanación sobre el enfermo, que no puede reducirse a la aplicación estricta de sus saberes médicos. Así durante muchos años hemos asistido a la figura del médico tradicional que curaba a veces, aliviaba casi siempre y consolaba siempre. El médico puede equilibrar estas dos vertientes de la medicina la científica y la animista que cura por sugestión, ¡que no deja de ser una curación!, dada la vertiente psicosomática del hombre y el alto grado de somatizaciones como causa de enfermedades. Cuando el profesional aborta esta capacidad que todo médico dispone en potencia, la malogra, y se convierte en un técnico incapaz de sanar integralmente a la persona, aunque “cure” parcelas de salud aparentemente sólo físicas.
La Medicina Interna cada vez tiene que servir más de conglutinante o de coordinadora de la pluripatología. El médico internista tiene que ser el nexo coordinador entre la Atención Primaria, el sistema sociosanitario y los hospitales. La Atención Primaria y la Especializada tienen que mantener una excelente vía de comunicación. Los programas de formación de los médicos residentes en medicina Familiar y Comunitaria tienen como tutores a médicos internistas. Además los residentes de Medicina Interna pueden realizar también cursos de reciclaje para médicos de asistencia primaria, junto con el establecimiento de sesiones clínicas conjuntas, guías de actuación e incluso protocolos clínicos. Además se podría atender la consulta externa de una manera periódica. El internista puede marcar las pautas de las exploraciones complementarias y las consultas en las diferentes especialidades. El contacto tiene que ser estrecho también con las otras especialidades, especialmente con los geriatras, reumatólogos, nutricionistas, así mismo se tiene que colaborar en la creación de unidades de investigación, así como participar en ensayos clínicos multicéntricos.
La socialización creciente de la medicina, comentaba Rey Ardid que fue catedrático de Psicología y Psiquiatría en Zaragoza, unida al hecho del surgimiento no sólo de especialidades sino de las superespecialidades médicas, interaccionándose ambos factores, ha conducido a la situación actual, un sistema fruto de la socialización y burocratización de la medicina, que por sí sólo tiene un alto poder deshumanizante, al considerar al paciente como un número.
A este respecto surgieron como reacción, la Patología Funcional de Von Bergman, la Patología Constitucional de Kretschmer, la hipótesis del Síndrome General de Adaptación de Seyle, y principalmente la medicina antropológica de Von Weizsäcker y la Medicina Psico-Somática de Dumbar. La frase "No existen enfermedades sino enfermos" quiere traducir este pensar.
Pero el hombre no es tan sólo un complejo psico-somático, un alma y cuerpo, sino algo más. Es un ser trascendente con una misión que cumplir y un Destino que le espera. Por encima de lo psíquico, está lo espiritual, que nos hace personas, que nos liga a lo eterno, a lo divino. Y cuando este ser trascendente enferma, se resienten todas estas vertientes del ser humano, y así como cuando se resiente el plano físico y psíquico, también se resienten por ello su conciencia religiosa y moral. Es en la muerte o en su peligro, donde el hombre atisba lo infinito. La enfermedad es una tremenda experiencia vital que hace vibrar las más recónditas intimidades de nuestra actitud y nuestra postura en el mundo. ¿Cómo es posible ejercer la medicina desconociendo u olvidando estas verdades? ¿Cómo podemos considerar cumplida nuestra misión, los que nos dedicamos al arte de curar, si pasamos por alto la profunda significación que constituye la enfermedad para un ser humano? Es ésta una vivencia existencial, íntimamente unida a la espiritual, que todo médico tendría que dar una respuesta, ya que es una vertiente del ser humano inseparable en su unidad.
Cuando enferma el cuerpo sufre también el psiquismo (o viceversa) y se resiente a la corta o a la larga, la vertiente espiritual (existencial). El enfermo somatiza y/o entra en depresión, muchas veces enmascarada. En algunos casos no hay una causa aparente como ocurre en la llamada Neurosis Noogénica de Frankl, o Neurosis de Falta de Sentido de la Vida.
Si no se atiende al ser humano desde una perspectiva global, cosa hoy harto difícil en esta medicina socializada, burocrática y despersonalizada, el enfermo no se cura, a lo sumo mejora parcialmente. Se va parcheando el problema pero éste solo puede resolverse desde la propia idiosincracia del ser humano, que es, quiérase o no un ser personal, es decir global en sus tres vertientes dichas.
La crisis humanística actual supone un reto a superar por el profesional sanitario. Es un verdadero crisol que puede hacer despertar el médico vocacional que todos llevamos dentro. El síndrome del médico quemado, puede tener solución, si entre todos trabajamos para crear unas condiciones sanitarias más humanas, donde sea posible practicar una medicina más personal que haga posible que la relación médico paciente sea apropiada y no una quimera. La administración representa una labor de árbitro, dado que tiene que arbitrar, facilitar y crear las condiciones de tiempo, de organigrama sanitario que hagan posibles un ejercicio humanista de la medicina.
Es necesario desarrollar una medicina personal que de paso a una Medicina Integral, de la Totalidad, y mejorar la relación médico- paciente.
Es totalmente imprescindible crear un marco de humanización en este sistema de medicina socializada en el que nos movemos en la actualidad. ¿Cómo encontrar motivaciones, condicionamientos diferentes, agentes de cambio, en esta medicina masificada, en equipo, tecnificada en extremo, que hagan posible acoplarse de nuevo a normas de ejercicio de la praxis médica, en condiciones de dignidad y liberalidad suficientes? Hay que aceptar lo que tenemos pero renovado, humanizado.
Según un estudio norteamericano, los pacientes prefieren a un médico que les sepa escuchar, que responda a sus preguntas y a sus dudas, y que les haga sentirse cómodos en la consulta. Escuchar al paciente es clave para ganar su confianza. (The Journal of Family Practice 2001; 50: 323- 328).
La solución a toda esta disyuntiva y problemática actual engloba no sólo a los médicos, pacientes, sino al propio sistema sanitario, teniéndose que encontrar dentro del mismo sistema.
Hay que trabajar para modificarlo y humanizarlo, de tal manera que sea posible una atención individual de calidad con el enfermo, no sólo de orden técnico, sino humana, en una adecuada relación médico paciente. El reto personal que supone para cada médico un nuevo paciente, es la mejor garantía para evitar este síndrome del médico quemado, y superar así la crisis de esta medicina deshumanizada. Este modelo aunque requiere una mayor inversión a corto plazo resultaría, como hemos comentado antes, más rentable a un mediano y largo plazo. La medicina biológica, la medicina integral, se convierten así dentro de este nuevo modelo, en instrumentos indispensables para poder llevar a cabo esta reconversión.
El personal sanitario en general, médicos, ATS, etc, tienen que crear un clima de diálogo que haga posible limar asperezas, y busque soluciones a los problemas, de manera desapasionada. De esta forma la convivencia será también más fácil y más productiva a la larga no solo en el hospital sino en otros estamentos del Sistema sanitario. Así no veremos a los colegas como potenciales enemigos o rivales sino como compañeros auténticos que están como nosotros embarcados en el mismo barco, por lo que resulta más conveniente para todos llevarnos bien, dentro de una sana convivencia. Entonces se trabaja más a gusto, se es más feliz, y nuestra productividad aumenta.
Los farmacéuticos y médicos no deben de socavar sus relaciones entre sí, antes bien éstas tienen que ser cordiales, no olvidando que el farmacéutico nunca debe de sustituir al médico.
Sólo entender la medicina como una vocación puede hacernos evitar el peligro de actuar desde nuestra profesión como asalariados, cuasi mercenarios. Las políticas de abusos sobre el paciente, el propio médico u otro personal sanitario, o sobre los derechos básicos incuestionables de los profesionales, tienen que ser denunciados y defendidos desde la vía sindical. Así mismo las políticas de mala calidad, derivadas de dar prioridad al gasto sanitario al bien del enfermo, tienen que ser también denunciados públicamente, incluso desde la mass media.
Los comités de ética de los hospitales tienen que intervenir en todas aquellas cuestiones que rocen la bioética dentro del hospital, y deben de formar en todas estas cuestiones a los diferentes estamentos hospitalarios, fundamentalmente a los médicos, enfermeras y auxiliares.
Como derechos irrenunciables del médico, cuyo respeto evitará conflictos varios con su entorno, incluido una presión sobre su propia conciencia son entre otros los siguientes:
1) Libertad de prescripción, y necesaria libertad de actuación, según su leal saber y entender. Esto incluye la aplicación de todas aquellas terapias legales, admitidas además y reguladas por BOE en nuestro país, así como en uso legal en la propia Comunidad Europea, de la que España forma parte; como son las terapias biológicas: homeopatía, homotoxicología, terapia neural etc.
2)Supeditar el salario que recibe al trabajo habitual, no a cierta productividad de bajos costes.
3)Tiene que ver asegurado el control y autoridad sobre el personal colaborador, todo dentro de la exquisitez de relaciones interprofesionales. Así mismo tiene que cumplir unos deberes como:
4) Deber de ciencia, de formación continua, aunque no exista todavía como tal una carrera profesional que promocione al médico, siendo una de las cosas que más desmotiva a los profesionales.
5)Debe de guardar el secreto profesional, incluido los restantes estamentos.
6) Debe de obtener el consentimiento informado y libre de su paciente.
7)Preservar la necesaria libertad de actuación de los colaboradores, aunque luego se supervise según sea la complejidad de la materia, o la gravedad de la situación en particular.
8) El médico como perito y como asistencial no debe de derivar pacientes del hospital a casa, que puedan ser tratados con todas las garantías de calidad en el medio sanitario socializado. Atender debidamente todos estos derechos y deberes favorecerá la convivencia mutua, entre todos, y hará disminuir significativamente los conflictos entre el personal sanitario entre sí y con los propios enfermos y familiares, favoreciéndose una humanización de nuestra medicina. La actual situación supone un reto para aquél que quiera afrontarlo. En realidad no es una crisis de la medicina sino de los propios médicos, de su quehacer, de su profesionalidad; como en la llamada crisis religiosa no ocurre una crisis de la fe misma, que es inalterable, sino de las Iglesias.
La Medicina de la Totalidad a la que luego haremos referencia más concreta, se revela como el antídoto a esta crisis. Tiene que ser enseñada en las facultades, y luego hacerla viva en el ejercicio profesional a diario. Se trata en definitiva de la vuelta a un nuevo humanismo, a la necesidad de volver a las bases hipocráticas de la medicina, donde el hombre es visto como una unidad en sus diferentes vertientes física, psíquica y espiritual.
Ya eminentes hombres de ciencia a lo largo del siglo XX, como el neurólogo Penfield, el neurofisiólogo Heeb, y psicofarmacólogo Cale coincidieron en afirmar que hay algo en lo más íntimo del hombre que es imprescindible, pero que señala su existencia, señoreando a todo lo demás, incluso a la fisiología. Todos ellos destacaron que es preciso aceptar en el hombre la unión de lo físico y lo psíquico, en el estudio del cerebro. Se van revelando las bases bioquímicas de cómo el pensamiento interacciona con la materia, de la ciencia llamada psicoinmunoendocrinología, de cómo el psiquismo influye en la inmunidad y estado hormonal del individuo, y de cómo a través de técnicas de relajación mental puede actuarse, modularse la inmunidad, con la importancia que ello representa para el manejo de muchas enfermedades crónicas (cáncer, autoinmunitarias....)
¿Pero cómo surge de nuovo el pensamiento? ¿Qué fuerza inicial mueve, inicia esos cambios bioquímicos que van configurando, personalizando nuestro cerebro a lo largo de la vida del individuo, de tal manera que cada persona tenga sus propios pensamientos y no otros? ¿Cómo a su vez la propia elaboración de esos pensamientos (a través de nuevos cambios bioquímicos) desemboca en sensaciones de plenitud, en determinaciones de libre albedrío, donde el individuo se ratifica unitariamente cómo persona, dueño de sus actos y con profundos sentimientos que tocan el techo de lo existencial-trascendente?
Lo que pretendo decir es que en el ser humano coexiste lo físico (bioquímico, molecular) con lo psíquico y espiritual, y que aunque ya se están encontrando las bases físicas (moleculares) de esta interacción, en nada es demostrable que éstas sean las causas de lo psíquico, sino el modo como actúan y se interrelacionan a nivel de nuestro cerebro. Kandel afirma "cómo somos totalmente libres para pensar lo que queremos y para desarrollar nuestras propias ideas". Creo sinceramente que el cerebro es un receptor indispensable para relacionarnos en nuestro mundo a nivel de la conciencia ordinaria, pero el hombre, su esencia espiritual (cuerpo energético, espiritualizado) es independiente de éste tras la muerte, lo que implica también una conciencia al margen de lo bioquímico.
¿Cómo en definitiva sacar conclusiones de esta crisis para encontrar soluciones para la medicina de este siglo XXI? Cómo caminar hacia una nueva humanización global y particular, personal con cada enfermo?
El propio médico a través de su experiencia profesional debe de adquirir una visión diagnóstica de los propios males sociales que le toca vivir. Él tiene que ser también aquí el agente de cambio social. La imagen del médico de cabecera tiene ser potenciada porque en la Medicina General el principal medicamento es el propio médico. El paternalismo ancestral que el médico desarrollaba sobre su paciente tiene que dejar paso a un colaboracionismo estrecho en un plano de igualdad entre los dos como personas. Los avances tecnológicos no pueden dejar de lado la buena práctica diaria. El médico aporta la dirección al enfermo, es guía, propone, invita, no impone. El educa con paciencia a su paciente, en un acercamiento personal, guardando el secreto de lo que le dicen y ve. Es una relación individualizada de hombre a hombre.
Para poder salvar esta encrucijada, hay que tener en cuenta en primer lugar, que no hay una antinomia insalvable en los postulados que informa la Medicina liberal y los que obran como imperativos de la Medicina colectivizada y técnica.
En definitiva se trata de volver a un humanismo en la Medicina, sin abandonar esta Medicina Socializada, que de hecho es imposible hacerlo.
Una nueva medicina se está gestando, una medicina personalista que considera al hombre como un todo indisoluble que actúa y reacciona ante la enfermedad con todo su ser, sin que ninguna parcela de su anatomía, fisiología o psicología sea ajena a esta reacción. La medicina personalista en cierto modo es la condena de la excesiva especialización, de la indiferencia con que el especialista demasiado técnico contempla todo lo que no se halle en su parcela. Una corriente de humanismo se va infiltrando entre los médicos jóvenes. Letamendi siempre pidió que el médico tuviera una formación humanística, filosófica al lado de la técnica, si quería comprender al hombre y en especial al hombre enfermo. Su famosa frase: "El que sólo sabe de medicina ni medicina sabe" resume toda su filosofía. Ya Hipócrates 2500 años antes de Cristo sentó las bases de la medicina personal cuando a la cabecera del enfermo, confeccionaba la historia clínica. El motivo de la desviación actual ha residido en una concepción mecanicista del ser, que ha ignorado el componente espiritual del hombre. La Medicina Psicosomática de Weizsaeckner demostró que los síntomas patológicos, pueden ser símbolos de conflictos anímicos y que, hasta los pensamientos, pueden ser causa de enfermedad. De la medicina personalista se pasa a la medicina de la totalidad, que es aquella que considera las raíces existenciales-espirituales del ser humano; una medicina integral, una medicina holística, de la que la propia medicina biológica con sus bases naturistas forma parte.
La base de la Medicina Humanista está en la excelencia, en el sentido que la entendía Aristóteles: ser bueno científicamente y bueno en el trato humano. En los últimos años, refiere el humanista Trujillo, la excelencia en la medicina ha sido sinónimo de excelencia científica, olvidándose los otros dos pilares del humanismo: los valores y la empatía.
La excelencia no es sólo excelencia científica. Toda la Medicina desde la universidad, la formación, el examen MIR, están planteadas para que sólo sobreviva el excelente científicamente y no el excelente en otras virtudes. Aparte que no tienen que verse como incompatibles que un médico reúna estas dos vertientes; así debería ser y la formación en nuestras universidades tendría que girar en estos dos aspectos.
El profesional tiene que acrecentar su sensibilidad para poder apreciar desde la obra maravillosa hasta las miserias humanas más grandes que vemos los médicos a diario. "Sería un falso humanismo llorar con la flauta mágica de Mozart, y después ser indiferente ante el dolor de un enfermo; ese es el falso humanista".
El humanismo va mucho con la madurez de la persona. Nunca es incompatible la presión asistencial con la práctica de la medicina humanista. De hecho muchos de los problemas actuales como la carga asistencial o el síndrome de "burn out" están en consonancia con intentar a cada uno el salario emocional.
Los propios gestores, olvidan que el profesional no sólo necesita incentivos económicos para desempeñar motivadamente su trabajo diario, sino también un buen ambiente de trabajo, un salario emocional. No obstante los salarios, la productividad y la eficiencia están interrelacionados.
Para un médico cristiano, la presencia del crucifijo en su mesa o colgado en la pared le recuerda lo sagrado de su "ministerio", de su vocación profesional: "Lo que a uno de éstos necesitados hicieres, a mí me lo haces".
El médico que sacrifica tanto de su vida privada (familia, tiempo libre) por su trabajo (estudio, enfermos) debe de hacer un hobbi de su propio trabajo, procurando que éste sea siempre creativo. Cada paciente supone de hecho un nuevo reto al profesional, porque en definitiva no olvidemos, no hay enfermedades sino enfermos, personas necesitadas de ayuda no sólo para problemas físicos, sino de comprensión humana y hasta de ayuda espiritual: medicina integral, de la totalidad.
Tenemos que desarrollar la empatía, de tal manera que un individuo pueda sintonizar con otro no desde el intelecto sino también desde las emociones. Sólo a través de la empatía con nuestro enfermo podremos personalizar, detectar y atender sus demandas emocionales. Las emociones compartidas igualan tanto al médico como al paciente en dignidad como seres humanos. También es necesario implicar al familiar o cuidador del paciente a efectos de que éste se sienta comprometido con el personal médico en relación al enfermo crónico o incapacitado.
Si las emociones se interiorizan se vuelven negativas, si no se canalizan adecuadamente hacen daño al organismo, creando numerosas somatizaciones en el plano corporal: dolores de espalda, úlceras, lesiones en la piel, colon irritable, jaquecas, colitis ulcerosa...... Cada persona hará su enfermedad según su predisposición genética, pero las emociones negativas contribuirán a ello.
A partir del “locus minor resistente” de cada persona La persona intentará en estas situaciones adaptarse pero si las condiciones que generan las emociones negativas persisten, se llegará al agotamiento, a la depresión por el gasto de energía que supone intentar adaptarse a una situación negativa continua. Los ansiolíticos tan en boga hoy en día, no resuelven la situación conflictiva que genera la ansiedad, sino que contribuyen a su interiorización; así impiden que las emociones afloren al plano consciente y aunque aparentemente la persona se encuentre tranquila, no resuelven la base de los problemas, ya que éstos deben de liberarse y resolverse desde su raíz, afrontándolos aunque resulten dolorosos. Los ansiolíticos pueden ayudar momentáneamente, pero nunca hay que descansar en ellos totalmente, porque nuestras emociones en definitiva son nuestras y hay que canalizarlas adecuadamente. No se puede en definitiva negar el miedo, reprimir la angustia, hay que afrontarlos y que canalizarlos adecuadamente La psicoterapia tanto de apoyo como dinámicas de grupo puede ayudarnos mucho. Cuando se comparte un problema con otro, ya se descansa.
El médico debe de dejar hablar a su paciente y escucharle. Necesitamos recibir y dar afecto, sentir autoestima, tener proyectos, ser reconocido en lo que hacemos, ser apreciados, existir a los ojos de los demás. El balance a nivel emocional es similar al físico, tiene que mantenerse en equilibrio entre las entradas y las pérdidas. Si generamos emociones y no las soltamos hasta el final, no nos desahogamos, y estas nos hacen daño. El modelo evangélico de tolerancia con el prójimo se nos ofrece también como una alternativa saludable.
Tenemos que controlar, canalizar, tener un cierto grado de dominio de los sentimientos, pero no ahogarlos, ni suprimirlos. A través del deporte, de la gimnasia aeróbica, del Tai-chi, yoga, zen..., pueden liberarse nuestras emociones y modularlas.
El autocontrol del profesional de la salud es esencial para establecer una relación de apoyo eficaz. Permite identificar y gestionar las propias emociones y conocer nuestro estado de ánimo; facilita el manejo de la incertidumbre y la dosificación de la información y mantiene una esperanza inteligente (Sanz Ortiz).
Decía un famoso clínico de épocas pasadas William Osler que "tan importante es conocer a una persona que tiene una enfermedad, cuanto conocer la enfermedad que la persona tiene".
Los médicos sabemos cómo funciona el riñón de un paciente, pero no como son sus sentimientos, ilusiones, proyectos..., y éstos son también parte del enfermo, son el mismo. Si no los abordamos también no estaremos haciendo una medicina integral.
Esta habilidad que tiene que desarrollar el profesional con su paciente, tendría que ser en cierta manera enseñada en las facultades, en cursos de postgrado y durante la formación MIR. Son habilidades que pueden mejorar con su uso. Y son buenas para todos. El profesional tiene que pagar no obstante un precio por ellas y es el tiempo que tiene que invertir, tiempo que por otra parte lo ganará en madurez como persona. "Nunca se pierde el tiempo con un paciente. Siempre nos comunica algo y aprendemos". Esta es una de las cosas que no sólo tenemos que decir a los estudiantes, sino que también es necesario que se la apliquen los profesionales. No son únicamente tareas para los médicos llamados humanistas, sino para todos.
Controlar las emociones supone en consecuencia favorecer la relación médico paciente para luego poder aplicar los conocimientos estrictamente técnicos al enfermo, tanto para el diagnóstico como para el tratamiento. Son como el marco de un cuadro que necesita estar bien tensado para poder pintar luego (aplicación técnica de la medicina).
El profesional se halla ante la tentación dada la presión asistencial que soporta, en pasar de puntillas por la habitación del paciente, aplicar sólo los conocimientos técnicos, y trabajar casi exclusivamente con los papeles del enfermo.
Marañón era una persona con una vida profesional, literaria e investigadora muy intensa. Un día le preguntaron cómo podía hacer tantas cosas "Mire usted, le replicó, yo me considero un trapero del tiempo. Cada uno tenemos una medida del tiempo. Yo como sólo tengo un cuarto de hora para hacer algo lo aprovecho al máximo para poder disfrutar también de otras cosas que no son mi profesión. Necesitamos una gestión más i
Marina cuenta una anécdota respecto de ¿quién fue el mejor en su profesión, quién sabía más ¿Marañón o Jiménez Díaz? Refiere que en una reunión donde había surgido esta pregunta, un médico viejito dijo: "yo sé quién era mejor facultativo". Había sido este médico catedrático de Patología en el Hospital Clínico de San Carlos y hacía la autopsia de los enfermos de Jiménez Díaz y Marañón. Contaba que Jiménez Díaz sabía mucha más medicina que Marañón, pero éste curaba más que aquél.
"Curar es una tarea muy compleja, porque muchas veces no se cura una enfermedad, sino un ser humano entero y para eso hay que saber lo que tienes por delante. Si el médico general delega en todo al especialista, al final resulta que hemos hecho un mosaico de la persona y no sabemos cómo recomponerlo".
El médico necesita también estudiar sobre su profesión. La especialización ha hecho muy difícil que un médico se lo sepa todo. Cada vez es más difícil estar al día en lo tuyo, y máxime un internista; aunque hoy día disponemos de técnicas como Internet que te pueden ayudar mucho. Para mí otra tentación del médico sería encerrarse sólo, en el estudio de su profesión, sino realizar un aprendizaje compartido, donde se va a tener más posibilidades de ayudarse unos a otros. Necesitamos fomentar la inteligencia compartida que es lo único que nos puede permitir aprovecharnos de la especialización sin caer en el analfabetismo especializado.
El siglo XX es un ejemplo de los disparates que se cometen cuando se da demasiada importancia a la inteligencia en su función cognitiva. Ha sido el siglo del gran avance de la inteligencia y también el más cruel de todos.
Creo que con todo lo que hemos comentado, podremos disponer de unas bases para practicar una medicina más humana, donde la relación con el paciente presida todo nuestro ejercicio profesional. Nunca insistiremos lo suficiente como el profesional tiene que tener delicadeza con su paciente y procurar mantener su intimidad. No hurgar más de lo que no favorezca el diagnóstico y el tratamiento.
Discurso de entrada en Asemeya, 3 de Noviembre del 2010
DIÁLOGO ENTRE FE/RELIGIÓN Y CIENCIA. HACIA UNA NUEVA COMPRENSIÓN DE LO DIVINO
Recientemente un matemático, Michael Heller ha recibido el prestigioso premio Templeton, otorgado por la Fundación “John Templeton Foundation” interesada de manera singular en la relación de ciencia y religión. Séller ha “demostrado científicamente” la existencia de Dios, basada en la armonía que existe en el Universo como signo de que una potencia superior cuida de ordenarla. Desde las leyes físicas hasta la belleza que empapa la creación, todo emana de la esencia de Dios.
Solo el creyente, afirma Eva María Catalán, el que cree en Dios es apto para interceptar lo que de misterioso hay en cada elemento creado. Desde las leyes físicas hasta la belleza que empapa el Universo, todo emana de la esencia de Dios que dispuso su obra para recrearse El mismo y donar al hombre un espejo donde mirar al Dios que le pidió amor por amor.
Anteriormente a Heller 2008, Barbour en 1999, Peacocke en 2001 y Polkinghorne en 2002, el científico Freeman J. Dyson 2000, Paul Davis 1995, Carl Friederich Von Weizsäcker 1989, o Stanley L. Jaki en 1987 también recibieron el citado premio por el estudio de la conexión ciencia/religión. Pero Barbour, Peacocke y Polkinghorne constituyen según Javier Monserrat, una triada fundamental, armónica y congruente para entender la proyección actual de la ciencia sobre la religión en general y la teología cristiana en especial. En los tres autores se da un enfoque positivo, en que la imagen científica del mundo, de la vida y del hombre es integrable o asumible por los modelos religiosos y por la teología cristiana.
Se hace precisa pues, sigue diciendo Monserrat, la necesidad de que la idea moderna de Dios sea reformulada desde el mundo de la ciencia; la semejanza entre la forma de razonamiento de la ciencia y de la teología; la necesidad de superar el clásico dualismo antropológico de la teología clásica, yendo hacia un emergentismo basado en la idea humanista del hombre posibilitada por la ciencia; la necesidad de pensar a Dios de forma coherente con su continua acción divina en el mundo, en el marco de su esquema panenteista: (En Dios vivimos, nos movemos y somos: Act11, 28)
Es coherente mantener una inteligibilidad del Universo en Dios, desde la energía del big bang hasta la conciencia autoconsciente del hombre que se cuestiona a sí misma y al Universo, y plantea a la razón humana (ciencia y teología) la problemática de su inteligibilidad. La ciencia busca inteligibilidad intelectual: Conocer desde los fundamentos y otorgar desde ahí a todo, una significación congruente. Pero la teología busca además, desde la urgencia existencial, de reposar hallando un sentido en la dinámica del Universo.
Peacocke bioquímico, ordenado sacerdote presbiteriano y profesor de teología, admite que la filosofía construida desde la ciencia puede dotar al universo de una inteligibilidad sin Dios, autónoma, agnóstica o atea. Pero su esfuerzo se orienta a mostrar que ese mismo universo descrito por la ciencia, se ilumina también de congruencia y de inteligibilidad desde la idea de Dios presente en los modelos religiosos, y en especial desde el cristianismo; incluso para él, la realidad de Dios se presenta como la mejor explicación del Universo. Es posible pues que el mundo pueda entenderse sin Dios, pero Éste ofrece al universo una inteligibilidad mejor, así como de la naturaleza de la experiencia religiosa. Esta racionalidad se funda hoy en la imagen del mundo en la ciencia.
Si Dios realmente existe, la búsqueda honestamente de la verdad no puede conducir sino a Él. La inteligibilidad del mundo desde la idea de Dios, el fin de la exploración a partir del mundo de la ciencia, nos dice Peacocke, es sin duda alguna, el Dios de la tradición abrahámica y judeo- cristiana, el lugar “donde comenzamos”, y que ese Dios, ese lugar, puede ser conocido “por vez primera” de una manera nueva.
Este proceso a través de la ciencia no se opone a la experiencia tradicional del cristianismo a través de la Historia de Salvación, sino que desemboca en ella misma, a través de la experiencia religiosa en el mismo Cristo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn14, 6)
La hipótesis de Dios, en su ser y en su devenir como factor de inteligibilidad, nos obliga, pues a admitir una continua acción divina en el mundo. Y ello a pesar de las leyes de la probabilidad, del determinismo y el indeterminismo de los eventos macrofísicos-clásicos y microfísicos-cuánticos, con el azar, expresión de la biología evolutiva, con las fluctuaciones caóticas, con las diversas formas de interacción y causalidad que rigen la forma de aparición, evolución y fin de los estados físico-biológicos.
Peacocke no ve incongruente todos estos eventos como ajenos a Dios y razón por ellos para excluirlo, sino que en definitiva Dios integra todos estos fenómenos. Es Dios quien da autonomía al mundo creado por El, dándole sus propias leyes, dentro de una evolución dinámica creativa, de tal manera que continuamente va habiendo creación continua, un mundo con causalidad organizada en sistemas y donde existe muna causalidad “Top Down” manifiesta en el ámbito biológico. En definitiva Peacocke, ya fallecido, nos ha ayudado a entender cómo Dios podría obrar en el mundo a través del azar físico y biológico, de los procesos caóticos y de las indeterminaciones cuánticas. Todo ello permite diversos modelos inteligibles de la interacción entre Dios y el mundo, congruentes con nuestra idea de Dios y la evidencia científica de cómo el mundo está creado, construido fácticamente. No se trata de conocer, obviamente la esencia divina, sino sólo de mostrar que la hipótesis de Dios como fundamento que actúa en el mundo no es contradictoria con nuestra imagen científica de éste.
Cada vez de hecho aparecen especies nuevas de animales, y estimo que la selección genética va estructurando al propio hombre cada vez más para llegar más lejos en la evolución. Es el superhombre que citaba Nietzsche, pero aprecio que caminamos hacia una nueva espiritualidad, donde el nuevo hombre surgirá un día diáfano e identificado con su Creador. No sé si a través de nuevas mutaciones genéticas o a través de la evolución de su conciencia, que por otra parte pueden ir unidas; pero el nuevo hombre alcanzará toda la plenitud ontológica de que es capaz en este mundo hasta que pueda al final reunirse definitivamente con su Creador al final de los tiempos, de tal manera que en la economía de la plenitud de los tiempos, todas las cosas se recapitulen en Cristo, las de los cielos y las de la tierra (Ef1, 10) “Después será el fin cuando El entregue el Reino a Dios Padre, después de haber destruido toda dominación, toda autoridad y todo poder” (1Cor15, 24)
Cristo hasta entonces se ha constituido y se constituye actualmente en camino, verdad y vida para la Vida Eterna (Jn14, 63) porque tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Unigénito, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga la Vida Eterna ( 9Jn3, 16) Pues Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo sino para que sea salvo por El (Jn3, 17) Las obras de misericordia son en definitiva las que salvan al hombre, al identificarse Cristo con el necesitado, aunque como afirma el Evangelio el benefactor no le conozca (Mt25, 40)
El hombre como ya apuntaba el gran teólogo Rhaner (El hombre del siglo XXI o será un místico o no lo será) está ya caminando en este sentido, y aunque el mal parece ahogarnos, recordamos las palabras del mismo San Pablo que nos dice en Romanos 5, 20: “Que donde se multiplicó el pecado, mucho más sobreabundó la gracia”. Una nueva sensibilidad irá apuntando, renaciendo, a lo largo de este siglo. Crímenes como el aborto de los niños dentro del vientre de su madre, como la explotación de la infancia, terrorismo entre otros, parecerán a nuestros futuros descendientes como execrables y sin ninguna justificación posible.
Para mí la tolerancia hacia el aborto, independientemente de todas sus justificaciones, me parece una prueba de la sensibilidad moral de una persona, un común denominador de la misericordia de su corazón (excluyendo los casos de ignorancia invencible)
Ese Dios es Espíritu (la planificación ontológica sin límites de nuestra experiencia psíquica), nos dice de nuevo Peacocke y de ahí nace toda forma de ser creado. La organización de la materia conduce así a la emergencia de niveles de conciencia que apuntan ya al ser espiritual de Dios. Y en ello converge con Teilhard de Chardin: “Materia y Espíritu, conviven en el corazón de la materia misma”. De ahí que el psiquismo humano abierto al cuestionamiento del sentido de la vida, sea la emergencia más plena de la ontología espiritual, y divina, del universo.
La omnipotencia y la omnisciencia de Dios siempre tan criticada ante el problema del sufrimiento y el mal en este mundo, es salvada por Peacocke,
Porque si Dios es omnipotente y tiene todo presente, ¿Por qué tolera el sufrimiento y no prevé las catástrofes naturales?....
Contesta él: “Porque Dios mismo se autolimita de forma voluntaria al crear al hombre con libertad. Responde en definitiva a una voluntad divina de crear de un modo definido (Creación de diseño autónomo) que cuenta con los movimientos caóticos, por azar, no previsibles puntualmente, sino sólo por estadística y por probabilidad (omnisciencia) y con el mal uso de la libertad por el propio hombre, que tanto sufrimiento genera en el mundo (omnipotencia)”. Pero esta autolimitación divina conjetural es siempre voluntaria, según Peacocke, y responde a una voluntad divina de crear de un modo definido, cuenta con el mismo azar pero mantiene un último control final y absoluto sobre todo lo creado.
Todo al final queda relativizado en la sabiduría de Dios, incluido el propio mal y sufrimiento, pues todo se encuentra en sus manos, todo le converge, el tiempo y la eternidad. “Un día ante el Señor es como mil años y mil años como un día” (2Pe3, 89)
En Ciencia nos preguntamos del porqué de las cosas. Desde la Teología nos preguntamos del para qué de la fe. Los razonamientos son similares en Ciencia y en Teología, por ello la orientación de la hipótesis de la existencia de Dios, si este es real, tiene que conducirnos desde la propia Ciencia a la verdad que es Dios, y ser coherente desde El la inteligibilidad del mundo. No se trata tanto de preguntarnos tanto el por qué el mundo existe, sino de buscar inteligibilidad a partir de lo que existe, del universo, de la vida, del hombre.., y preguntarnos hasta donde podamos, sin rechazar las cuestiones límite, pero fundamentándonos en el mundo descrito racionalmente por la ciencia, cómo puede tener todo una explicación, unas causas últimas que den al universo un significado congruente y doten al devenir cósmico de un sentido que enriquezca la existencia humana.
La Ciencia, comenta Javier Monserrat, busca inteligibilidad intelectual, y quizás deba de ir más allá de si misma y entrar incluso en el ámbito de la reflexión filosófica, pero la teología no se contenta con eso y busca además desde la urgencia existencial de reposar hallando un sentido de la dinámica del universo, como refiere Peacocke. Ese universo, aunque la filosofía construida desde la ciencia pueda dotarle de una inteligibilidad sin Dios, se ilumina también de congruencia e inteligibilidad desde la idea de Dios presente en los modelos religiosos y en especial desde el cristianismo. “La realidad de Dios se presentará incluso como la mejor explicación del universo, afirma Peacocke que también pretende mostrar como la relación de Dios con el mundo, sólo puede ser adecuadamente iluminada y ampliada desde los resultados de la ciencia: “Un proceso kenótico, de vaciamiento del mismo Dios por la ofrenda de sí mismo, por la autolimitación y vulnerabilidad asumida por Dios en el proceso evolutivo creado”. La creación es continua y evidencia una emergencia de numerosas formas de vida, Se trata de un inmenso proceso de autoorganización, que dentro de la continuidad monista hace emerger nuevas formas de ser real. En esta autonomía de lo creado juega un papel importante la selección natural (Darwin, Dawkins), los procesos autoorganizativos (Stuart Kaufmann) o las teorías de la complejidad (Ian Stewart). Pero las claves esenciales siguen siendo el azar y la necesidad, entendidos en clave biológica desde la lógica genético-mutacional del ADN. Dios Creador asume así un riesgo ante una creación de diseño autónomo, que incluye una previsión del marco de actuación producido por el azar, la probabilidad, la estadística, incluida la limitación de la omnisciencia ante la imprevisibilidad puntual de los procesos caóticos, y de la autolimitación de su omnipotencia al crear al hombre con libertad.
La evolución permite en cierto sentido apuntar a la dirección que acabará culminando en el ser humano (homo sapiens) Estas propensiones de la materia evolutiva según Peacocke, son: La complejidad, la habilidad para el procesamiento y registro de la información por el sistema nervioso, el dolor, el sufrimiento, la sensibilidad, la autoconciencia y el lenguaje. Todo ello incluida la emergencia de la autoconciencia (Hominización ontológica), del lenguaje y del psiquismo humano integral, se presenta también en el diseño creador de Dios, como un proceso natural autónomo que no necesita de una intervención especial de Dios. Este diseño ha sido escogido por Dios mismo, es dinámico y se realiza a costa del dolor, del sufrimiento, de la lucha y de la muerte, de la que no escapó ni el propio Hijo de Dios.
Esta aparente no participación divina directa en la autoconciencia del hombre, no es obstáculo como refiere el mismo Peacocke, que Dios como espíritu, en un cierto momento de la Historia de la Humanidad, no haya posibilitado al hombre de una intervención especial (en el interior del espíritu humano) por parte suya, que culmine por obra de su gracia en la introducción del hombre en el orden sobrenatural, establecido en su plan divino (Historia de Salvación). De hecho Dios mantiene una acción directa en el ser humano de comunicación y de comunión, respetando siempre su libertad (Ap3, 20)
En un mundo “Que nace con dolores de parto hasta el momento presente, y no solo ella, sino también nosotros que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos esperando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo” (Rom8, 22-23), Dios “crea un espacio” dentro de sí mismo, aunque distinto de Él, porque es creado con autonomía y nos crea dentro de su propia realidad ontológica. Por ello somos de Dios y tendemos a Él. No somos Dios pero “Cuasi” como decía el sufí Iben Aramí, participamos del proceso kenótico de Dios. Es el proceso dinámico panenteista (Act11, 28)
¿Pero, por qué y para qué, Dios se ha autolimitado al crearnos?... Por amor al hombre, Dios se ha vaciado y ha hecho posible la comunión de personas libres, capaces de amar, y de corresponder a su amor, a El mismo y al prójimo. El coste de esta autonomía ha sido el sufrimiento, explica Peacocke aludiendo al concepto usado por Moltmann, en el Dios crucificado: “Podemos quizá atrevernos a decir que hay un autovaciamiento creativo y autodonación (una kénosis) de Dios, una participación en el sufrimiento de las criaturas divinas, en los mismos procesos de creación evolutiva del mundo”
En este mundo autónomo sin embargo, la humanidad puede ignorar la presencia divina y rechazarla, y esto se proyecta sin duda, sobre el sufrimiento divino por el drama del proceso creador.
Podemos ahora preguntarnos en consecuencia: ¿Sigue inteligible Dios desde este escenario de indignidad, de sufrimiento del inocente? Ante esta pregunta, ante este misterio insondable, surge la figura de Cristo, que se constituye como la última autodonación de Dios a la humanidad: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único” (Jn3, 16) Cristo presente ante Dios como el cordero degollado de Isaías desde la fundación del mundo (IsII53, 7)
Dios aceptó este riesgo, al crearnos en este modelo autonómico de creación, nacido del mal uso de la libertad del hombre, y aceptó su auto- vulnerabilidad en la historia, para el bien mayor de la emergencia de personas libres (Rom5, 20)
De ello se deriva una terrible pero al mismo tiempo demostrativa revelación del amor que Dios nos tiene: Al expresarse verdaderamente en Jesús, en el Cristo doliente, la última garantía del amor de Dios como autodonación en la creación, Dios se hace también sufriente en la pasión y muerte del Hijo, y con El con todo el Género humano sufriente: ¡Dios sufre por amor al hombre! ¡Dios que es Espíritu, sufre! Él se ha vaciado, se ha anonadado voluntariamente como su Hijo querido Jesús por amor a nosotros, para reconducirnos de nuevo a su presencia, a su Comunidad Trinitaria de amor. Y la propia Creación gime y está en dolores de parto hasta el momento presente (Rom8, 22) Es el misterio del Dios de la libertad y del amor. De ahora en adelante, a partir de Cristo, toda experiencia religiosa de acercamiento a Dios, viene a través de Cristo, el Dios hecho hombre, experiencia a través de la misma ontología de Dios, en el marco existencial sugerido en Act11, 28): “En Dios vivimos, nos movemos y somos”
Por todo ello no entiendo a otras religiones que sacrifican la libertad del hombre, y que manipuladas le inducen al asesinato y terrorismo, cuando Dios respeta al máximo la libertad del hombre y no ordena sino invita (Ap3, 20) Entiendo dolorosamente no obstante, que desde la ignorancia de las masas, los príncipes de este mundo les engañen, haciendo decir a Dios lo que en realidad nace de su propia boca, por ello su responsabilidad ante Dios es mayor. Este es el pecado contra el Espíritu Santo (Mc3, 29) pero permanezcamos tranquilos porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado (8Jn16, 11)
La experiencia religiosa no puede vivirse hoy día centrada en términos de la ontología teocéntrica de la escolástica o del apriorismo trascendental, también teocéntrico, sino en términos cristianos.
Ante una demostración tal de amor por parte de Dios, no queda otra respuesta para el hombre actual de este siglo XXI y venideros, que sumergirse en la experiencia religiosa cristiana, donde Cristo ocupe el lugar prominente que le corresponde por derecho de amor y de sangre (Cristo Alfa y Omega. Principio y Fin (Ap1, 8)
Ya Teresa de Jesús hace ya casi quinientos años, defendía el que tuviéramos presente en la oración la humanidad de Cristo como el auténtico camino para acercarnos a Dios a través de la Divinidad del Hijo. El Dios anonadado que ha dado la vida por nosotros según la voluntad del Padre. Un Dios Padre que acompaña al Hijo en la cruz y que sufre con Él y con las desgracias de los hombres de este mundo, pero que nada ni nadie se le escapan al final, porque todo y todos estamos en sus amorosas manos de Padre. Un Dios que nos envía su Espíritu para que sea albergado en nuestros corazones, pero que nos pide permiso antes para ello (Ap3, 20)
“Seguimos en el Camino. Este se hace al andar”. Diciembre 2019)
La reforma sanitaria ya de hecho está perjudicando la asistencia. Se está asistiendo a una desmotivación del profesional en todos los sentidos. Para el usuario se ven mermados sus derechos a una atención sanitaria completa y libre, donde el bien común tiene que estar en primer lugar sobre otros intereses, por más legítimos que se crean. Tiene que haber una jerarquización de intereses, y los pacientes no pueden encontrarse en un segundo o tercer lugar. Son los políticos los que tienen que buscar vías alternativas para el desarrollo de una sanidad sin fisuras, pero libre de escándalos y corruptelas que desvían los fondos económicos destinados a la sanidad hacia otros derroteros...Actuando así los paganos de siempre son los más débiles, y ¿quiénes lo son más que los enfermos(infirmitas) o los pacientes (pathio) los que sufren. De esta forma puede llegarse a una situación de insolidaridad entre nuestras Comunidades Autónomas, y progresivamente, aunque no se quiera decirlo, a un desmontaje del Estado del bienestar, donde la asistencia sanitaria tiene que estar o está en un primer lugar ( 7 de Abril 2013.Diario Médico)
DIFERENTES ÉPOCAS DE NUESTRA VIDA
En cada época de la vida, nuestra dimensión comunitaria puede expresarse de forma diferente, ya que no es igual nuestra disponibilidad y fuerza durante la juventud que desde la serenidad pero con limitaciones físicas e intelectuales durante la vejez. En cualquier caso, en cualquier época, la caridad tiene que estar presente y esta se diversifica de forma diferente pero igualmente efectiva en el Espíritu que es quien inspira nuestra propia vida individual y comunitaria. Cada cual considere su disponibilidad y su riqueza de expresión. Estas dependen en suma de la acción del propio Espíritu, que derrama en cada persona que la recibe y acepta.
Cuando llegue nuestro momento final, independientemente de nuestras dudas actuales, recibiremos la ayuda, la gracia para poder superar ampliamente este momento, esta situación y recibir gozosos el abrazo de Dios.
DIOS DE LA PAZ Y DE LA MISERICORDIA
Paz y equilibrio de tu amor. Por favor Señor, dame tu paz. Espíritu Santo sopla sobre mí y ábreme a tu amor. Tú amor disipará mis dudas, angustias. Tu amor me dará seguridad. Perdona mi egoísmo, no quiero confundir tu paz con la ausencia de la cruz. Disipa mis dudas. Amen.
Efectivamente, el orante puede llegar a la convicción cierta de que ha sido escuchado. Desde la fe, surge en el corazón confiado en la misericordia divina cauces abiertos en nuestros sentidos interiores, y de variadas formas, se experimenta un asentimiento interior de haber sido escuchados.
“¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿Y si le pide un pez, le dará una serpiente? Pues vosotros, asiendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le piden?” (Lucas 11:11-13)
DIOS ESTÁ EN NUESTRO CENTRO
Siempre en nuestro interior se encuentra la divinidad y por la fe sabemos que sí está presente y ello nos da la tranquilidad de que somos escuchados. Tengamos la seguridad en nuestro interior de que lo implorado puede obtenerse si es voluntad de Dios. Ello nos dará una certeza interior que nace de la fe y nos proporcionará la tranquilidad y la paz interior para saber que hemos sido escuchados.
Puede influir la emotividad pero sobre todo es la fe la que dicta esa certeza interior dándonos paz, tranquilidad y seguridad de que hemos sido escuchados, porque “¿si un hijo te pide pan o te pide un pez acaso le vas a dar un escorpión? pues si vosotros que sois malos dais cosas buenas a vuestros hijos más vuestro Padre, dará el Espíritu Santo a quien se lo pida” (Lucas 11: 11-13)
Es el Espíritu Santo el que hace maravillas. Creámoslo y entremos en paz. La providencia divina guía nuestros pasos y ni un solo pelo de la nuestra cabeza es desconocido por Dios y no sé caerá sin su permiso (Lucas 21:18) Tengamos pues confianza plena y ello nos dará tranquilidad y paz.
Cerca está el Señor de los que le invocan, de los que le invocan sinceramente (Salmo 144). Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos y los salva, en todo el sentido integral de su triple dimensión: física-psíquica-espiritual. ¿Pero tenemos esa fe? Pidámosla, porque nos falta, que la supla el Señor con su misericordia. Supliquémosla también a su Madre, y sentiremos en nuestro interior “ese asentamiento del corazón” que nos asegura que estamos en la certeza, en la verdad.
DIOS NO DEJA DE SORPRENDERNOS
Experimento la tranquilidad en esta situación todavía sin definir. Supongo, creo está fundada en la oración de intercesión que están efectuando muchas personas. Experimento confianza, aunque no se en que va a deparar al final esta situación.
He tenido, me ha venido la imagen de Cristo abrazándome.
Ante situaciones difíciles que se van presentando a lo largo de la vida, El cristiano no tiene que olvidar que Dios es un Padre que le importamos, que nos quiere, y que nuestros problemas no le son ajenos
Recuerdo aquí, el pasaje evangélico de las Bodas de Caná, donde parecía que Jesús era indiferente al problema de los novios, pero Él quería que se lo pidiese su Madre, y entonces accedió a solucionarlo (Juan 2: 1-12) Así, acudamos a María que Ella intercederá ante su Hijo por nosotros, también ss hijos.
DIOS SE COMUNICA CON NOSOTROS
No acabamos de creernos de que Dios nos habla, y no solo a través de las obras creadas, de su palabra en la Biblia, sino en comunicación espiritual con nuestra conciencia interior: “Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha” (Salmo 33). Surgen mociones interiores inspiradas por su Espíritu que abren nuestros sentidos interiores. Tenemos que disponernos en actitud de escucha para ello. En esa comunicación nosotros debemos hablar desde nuestro corazón, comentando al Señor nuestras inquietudes, nuestras experiencias, nuestra propia vida. De la abundancia del corazón habla la boca, nos dice el Señor (Mateo 12:34). Desde la humildad y sinceridad se establece esta comunicación que sabemos por la Fe que Jesús sí nos escucha. En esta comunicación, conversar es convertirse al misterio del otro, nos abrimos a Dios y Él ocupa nuestro corazón.
DOXOLOGÍA CRISTIANA
Dios tiene compasión del Ser Humano y realiza su Plan Salvífico en Jesucristo faculta la Vida Eterna del hombre, en el culmen de su amor, lo hace al entregar su vida, para la salvación del Género Humano.
La Resurrección puede iniciarse en el mismo momento del tránsito (si el individuo es considerado digno para este proceso) de la muerte personal humana y culminar en el Encuentro Gozoso con Cristo. Como la Vida Eterna comienza desde el mismo momento en que uno cree en Jesús y lo acepta como Salvador: “El que cree en mí, tiene Vida Eterna” (Jn 6,47): “El que cree en el Hijo tiene Vida Eterna” (JN 3, 36).
Porque Jesucristo es la Resurrección y la Vida: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá “(Jn 11: 25-27)
Es pues, comprensible, que entre la muerte personal que da paso al cuerpo espiritualizado (1Cor 15:44), transcurra, llamemos un “tiempo intermedio”, donde transcurra un “tiempo” de purificación, variable en unas personas y otras y que la Iglesia “ubica” en lo que llama purgatorio, hasta que realizada éste, se produzca el “abrazo” con la Divinidad, también considerado como “Visión Beatífica”.
En definitiva, la retribución al hombre por la Gracia Divina, por sus buenas obras, puede ser inmediata (Lu 23: 39-45)
No es incompatible lo dicho, con la Segunda Venida de Cristo en su Gloria, donde juzgara a las Naciones (Mateo 21: 35-45). No sabemos, que aportará esta Venida, a los cuerpos espiritualizados que gocen ya la plenitud en el amor, como son, por ejemplo, los Santos y Mártires, cuyas gracias y milagros por su intercesión se producen continuamente. Porque en definitiva, en la otra vida, la Resurrección no puede consistir en recuperar otra vez nuestro cuerpo mortal, sus órganos, sentidos...etc; ya que “allí”, no hace calor, ni frio, ni hambre, ni sed, solo habita la Luz Eterna de Dios, ni lámparas de Sol ni Luna (Apocalipsis 22:3-5
Entonces, ¿que aportará este Juicio Universal, fin de los tiempos¿ Una Nueva humanidad globalmente espiritualizada, vencido ya el mal en definitiva.
¡Alabanza a nuestro Dios. Alabanza a su Santísima Trinidad!
EL AMOR LIBERA
Solo nos libera auténticamente lo que amamos. El amor es también creador.
La fuerza de Dios nos custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final (San Pedro 1: 3-5) La fe es la fuerza que Dios nos da desde su amor, que abre el nuestro, y nuestro conocimiento a ello.
La vida no es tiempo que pasa sino de encuentro.
Pedir a Dios capacidad de orar y esperar (seguir pidiendo) pero saber esperar, no desanimarse porque aparentemente tarde la respuesta, y seguir pidiendo sin desanimarse, aunque en nuestro interior parezca que no se realiza lo que hemos pedido a Dios en Jesús.
EL AMOR LLAVE DE LA UNION CON DIOS
El amor abre nuestro canal hacia Dios, no por vía de la razón en si sino desde la inteligencia emocional, que surge diáfana en nuestro corazón humilde. La Fe nos da esa certeza de que el amor hace posible esta comunicación. Cada persona tiene que “saber” de qué forma en su interior puede hablarle, sin tener miedo a poder equivocarnos si ciertas comunicaciones puedan ser ciertas o no, ya que nuestra voz interior puede superponerse. Son múltiples las formas como Dios nos puede hablar. La paz interior es un indicador esencial de que lo inspirado viene de Dios, de su Espíritu. La relación personal mantenida aumenta nuestra confianza en el Señor y entonces desde la Fe todo es posible para el que ama. Así era el convencimiento de Santa Teresa de Lisieux.
Dios da al hombre una capacidad cocreadora de tal forma que pueda cooperar en su obra fundacional creadora y esta colaboración puede ser tanto de forma activa como evitar todo aquello que obstaculice o pueda destruir su obra. Es asombrosa la libertad que ha dado al hombre tanto para una cooperación positiva como para poder destruir a veces de forma irreversible su obra, de ahí nuestra gran responsabilidad de saber cuidar nuestra casa común (Laudato Sí)
EL CONOCIMIENTO QUE DA LA FE
Sabemos por la Fe que Dios, Jesús ama infinitamente al Ser Humano, Y sin embargo muchos no lo sienten así. ¿Qué ocurre para que no nos demos cuenta, y no lo sintamos? ¿Y aun sintiéndolo permanezcamos impasibles ante este amor? Nuestra debilidad e impotencia actúa de filtro, nuestras actuaciones o maledicencias dificultan esa percepción, pero la Fe nos dice que Jesús nos ama. Pidamos esa fe, que irá limando nuestras asperezas y hará posible que sintamos el beso de Dios en nuestras vidas. Si no captamos la presencia de Dios es porque nuestra Fe es débil. No es porque Él no esté presente, sino porque no acabamos de abrir la puerta de nuestro corazón ¡Perdón Señor, perdón!
Que acción tan profunda es la del Espíritu Santo sobre el mártir que le mantiene impasible ante la muerte y que la acepte por amor a Cristo. Ello es una prueba más, para mí la más diáfana de la existencia de un Dios que permite tal proeza que se realiza en el corazón del hombre. Sin esa fuerza del Espíritu Santo, fuerza interior, don divino, esto no sería posible. Como ejemplo supremo es el del Sacrificio del propio Cristo que Dios acepta y recoge en su economía divina para el bien de todos, de su Iglesia, del bien de las almas y de la salvación de muchos. La sangre de los mártires se desparrama gloriosa para el bien del Género Humano y confunde a aquellos que la derraman. Perdónalos Señor porque no saben lo que hacen (Lc 23:34)
Nada es imposible para Ti Señor. Tengamos confianza suma y actuemos desde el corazón, porque el justo vive desde la Fe.
Cuando amamos al prójimo, le damos amor, portándonos bien con él, ha sido porque Dios nos ha amado primero y nos ha dotado de poder dar esa facultad. Cuando amamos sentimos aún más que Dios nos ama, nos sentimos bien y sentimos que tenemos que dar gracias al Señor y a su vez podemos pedir por el que hemos ayudado. Se establece así un círculo de relación amorosa.
En alguna ocasión, quien no han podido sentir como un vendaval: un asentimiento muy fuerte en el Espíritu, un Pentecostés, un sentimiento muy fuerte que hemos tenido, y que hasta hemos dicho al Señor: Basta ya por favor, porque hemos sentido que “tocábamos techo” que si se prolongaba aquello, esa unción que recibimos, nuestro corazón parecía se salía del pecho. He recordado al menos, una ocasión de éstas que tuve de recién casado, al visitar en Valencia a la Virgen de los Desamparados, pero creo ha habido más ocasiones, aunque tal vez no con tanta intensidad.
El Espíritu Santo es el buen aroma de Cristo y los apóstoles son templos del Espíritu Santo por eso también son: “ese buen olor de Cristo” (Pseudo Atanasio. La Trinidad)
¿Hace falta tener sentimiento, experimentar, para tener Fe?: Estrictamente no, pero el sentimiento ayuda y de ahí que la oración sea una relación personal en Jesús, donde surgen sentimientos en la comunicación que se establece y ello ayuda a potenciar la vida de Fe. La deficiencia de sentimiento de responder al amor de Dios es debido la mayoría de las veces a nuestra debilidad constitucional, a nuestra psicología imperfecta debido primordialmente al pecado estructural u original que forma parte de nosotros. Solo la Gracia puede abrir las puertas de nuestro corazón y así poder reconocer, responder a su amor y poderlo sentir si es así su voluntad. Pero afortunadamente Dios mira al corazón y nuestra voluntad de unión con el Señor. Independientemente de que podamos o no sentir esa unión, Dios se complace con nosotros, aun dentro de nuestra indiferencia.
Dios permite lo que llamamos azar pero le da una finalidad, la sustenta, para un mayor provecho del individuo. Ha creado el mundo, y ha dado a las cosas, a los acontecimientos, una autonomía, que podemos decir se expresa aparentemente según leyes de la estadística, pero reconduce los hechos siempre para lo mejor nuestro, cara a nuestra felicidad eterna, aunque nos genere la cruz. Él nos apoya para que la llevemos con una mayor dignidad y no supere nuestras fuerzas. Tenemos que afianzarnos en la fe, confiando que el Señor nos apoya y que dirige nuestros pasos para nuestro bien y salvación.
Tras el pecado, que llamamos original, se torció nuestra naturaleza, pues al principio no había sufrimiento y muerte, que entraron por el mal.
Él, por su misericordia puede alterar las leyes de lo que llamamos el azar, pero lo principal es nuestra propia evolución espiritual y salvación eterna. El Padre Nuestro, creemos, resume lo que hemos estando intentando de decir.
EL DON DE LA FE
La Fe es un regalo de Dios que el hombre en su libertad puede aceptar o no. Esta Fe es operativa si el hombre la acepta y va transformando a la persona a la imagen y semejanza del mismo Dios. El amor de Dios transforma al individuo mediante el don de la Fe y el hombre al corresponderla, hace que esta llegue a Dios como el surtidor de agua llega a la Vida Eterna, como el mismo Jesús nos habla en el Evangelio de su encuentro con la samaritana (Juan 4: 5-42) El hombre así transformado se incorpora a la Trinidad, presente en cada hombre, aunque escondida e ignorada por muchos.
Como afirmaba san Juan Pablo II , esta comunidad de comunión facilita el poder ver al hombre como rostro de Dios y poder así aceptarlo en su cara menos amable, relativizar su lado oscuro y valorar así sus aspectos positivos, dándonos fuerza para trabajar solidariamente por el en su promoción como ser humano libre.
La libertad del hombre, también don de Dios, le permite aceptar el don divino gratuito de la Fe y permitir en consecuencia que esta pueda ser operativa en Él y transformante.
El hombre que recibe tal don tiene también que compartirlo y difundirlo en la acción evangelizadora.
Como afirma San Pablo, con ocasión o si ella, tenemos que hablar de Dios, máxime en estos momentos históricos donde la sociedad se encuentra en oscuridad y hambrienta de la luz de la Palabra Divina aunque no de muestras evidentes de ello.
Aceptando el dolor por Amor a Dios, el hombre lo transforma en Vida Eterna y se hace corresponsable con el mismo Hijo de Dios que dio su vida por nosotros aceptando el plan salvífico del Padre para la salvación del hombre.
Nada podrá apartarnos de su Amor, ninguna tentación, ninguna fuerza superior a la del hombre podrá apartarnos de Dios, porque en la debilidad del hombre surge la fuerza del mismo Dios. Si, nos pide aceptar su voluntad, y aunque en nuestra debilidad podamos resistirle, siempre triunfará su benéfica acción sobre nosotros. La esperanza elevada por el amor surge victoriosa. Sustentada en la humildad, acepta el claroscuro del Misterio, y la fe sustentada en su amor se manifiesta diáfana en lo más íntimo de la conciencia humana (Ser Esencial).
Al suprimir obstáculos, la humildad nos hace reconocernos pecadores. Ello nos faculta para seguir recibiendo esa fe que va consolidándose en nuestra conciencia y crece como el grano de mostaza va haciéndose un árbol frondoso (Marcos 4:32)
Dios siempre nos ama, aunque el hombre no se percate de ello, pues su soberbia cierra las puertas a su amor, a ese don divino de la Fe fruto de su amor. La fe revestida así de su amor actúa con la fuerza de Dios. Pidamos esa fe, ese don divino, y lo hagamos por mediación de aquella que siempre está dispuesta a ayudarnos y a llevar nuestras súplicas a su Hijo querido, nuestra Madre María.
EL ESPIRITU SANTO MAESTRO DE ORACION. PALADEAR EL AVE MARÍA
“Os es necesario que yo me vaya; porque si yo no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré” (Juan 16:7) El Espíritu Santo viene en nuestra ayuda, nos otorga su fuerza, su dinamismo, de tal manera que podamos ir resolviendo las dificultades de la vida ordinaria. El Padre nos da el pan de cada día, el Hijo se ha hecho carne con nosotros, elevando la dignidad humana a la categoría divina. Un mismo Dios en sus tres personas que no solo ha creado al hombre, sino que se ha hecho nuestro amigo y que clama porque le correspondamos. Padre nuestro, hermano nuestro, consolador, son manifestaciones que tenemos que incardinar en nuestra vida, llevándolo a nuestros hermanos los hombres.
El Espíritu de Dios inflama nuestros corazones y abandonándonos a Él nos va inspirando la alabanza y nos da la confianza, la fe para poder efectuar nuestras peticiones con la esperanza de que sean satisfechas, si así es la voluntad divina.
En el silencio de la oración, ojos cerrados, decisión voluntaria fuerte de entrar en nuestro interior, a la presencia de Dios en nosotros, abriéndole las puertas de nuestro corazón. Se va produciendo así esta comunicación donde es posible escucharle.
Así, el Espíritu Santo intercede por nosotros, y lo hace con gemidos indecibles que no se expresan en palabras (Romanos 8:26)
EL MUNDO ATÓMICO ULTRA ESTRUCTURAL, GERMEN DE RESURRECCIÓN
Hay un gran misterio en todo, especialmente en el mundo ultra estructural atómico, sin olvidar que nosotros estamos compuestos de átomos y en este mundo material que somos nuestros átomos- partículas poseen materia y al mismo tiempo son inmateriales: onda, energía, como los electrones/ fotones (de hecho somos luz) con un potencial transformativo, es decir con capacidad de metamorfosis. Las propiedades que se tiene en este mundo cuántico son misteriosas y diferentes a las del mundo macroscópico que vemos ordinariamente. Tal vez por ello, esta física cuántica nos explique a nivel científico está metamorfosis ya inherente, potencial, que tiene nuestra materia de transformarse por el Espíritu que forma parte en nosotros. De hecho el hombre es una unidad física psíquico- emocional-espiritual, y que se hace evidente tras la muerte aparente pero que da paso a otra dimensión, dónde si lo merecemos, experimentaremos la Resurrección que nos ofrece el Señor, esa vida eterna que nos promete si creemos en El y comemos y bebemos su Cuerpo que ya se encuentra transformado, resucitado ( Juan 6:51-58) La Resurrección es una cuestión de fe, pero en absoluto quita ello el que intentemos dar alguna explicación científica a este respecto.
La fuerza germinal, transformativa de la materia se encuentra inherente en la propia naturaleza material y no olvidemos que esa misma naturaleza está en el propio hombre, ya que forma parte de ella. La palabra hombre viene derivada de humus “tierra”. Y esa tierra está compuesta de átomos- electrones/ fotones entre otras partículas que se encuentran girando en innumerables orbitas alrededor del núcleo atómico. Y en ese “baile” continuo, los electrones, las partículas, unas veces se pierden, otras se ganan, se intercambian y en esos cambios o similares radican sus propiedades transformativas. Propiedades metamórficas que Dios ha puesto en la materia con esa capacidad germinativa que posee la propiedad de transmitir, de originar la vida. No olvidemos como la semilla aparentemente “muere” al hundirse en esa tierra para luego poder surgir la vida. Es un ciclo continuado y el hombre participa, forma parte dentro de ese mismo ciclo, de tal forma que al llegar el último día de nuestra existencia terrenal, ese hombre pueda transformarse definitivamente en cuerpo energético- espiritual. Tras esa muerte aparente, qué actúa como un gatillo, se dispara ese proceso transformativo que ya poseen potencialmente nuestros átomos, nuestra tierra, nuestra materia. Y ahí, en esa potencia radica la transformación de la materia en espíritu energético. Pero para que luego sea dado el proceso de auténtica resurrección, tiene que producirse un proceso de purificación del individuo de toda esa amalgama de residuos contaminados energéticos que arrastramos tras nuestra muerte aparente.
Una de las características primordiales del hombre es su capacidad volitiva, el tomar decisiones, especialmente en su vertiente trascendente el de poder efectuar su adhesión o no a la divinidad. Por eso ya el mismo Cristo llega a decir: “El que come y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitare en el último día “(Jn 6,52) Y cuando la hermana de Lázaro le pregunta Jesús si cree en la resurrección, ella le responde que sí cree en la resurrección del último día. Y entonces, el mismo Jesús le dice: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre” (Jn 11, 19-27).
Cristo en definitiva es la auténtica resurrección, y la unión definitiva con Dios no se produce sino en y por Cristo, se sea o no cristiano. Hasta que se consume esta unión, el hombre al morir se transforma en una entidad vamos a llamar energética espiritual, pero la auténtica resurrección, no se llega a producir hasta el abrazo definitivo con Cristo, una vez purificado el individuo de toda carga de imperfecciones que al morir a esta vida nos llevamos consigo.
La semilla humana germina en esa fuerza vital que posee la tierra. De una manera especial Dios transforma en un proceso de “metamorfosis” la materia del pan y el vino en el Cuerpo de Jesús.
Dios actúa, su Espíritu actúa e infunde su energía vital a la tierra de la que participa el mismo hombre, en su propia materia, de manera que se transforme, y en esa fuerza transformativa que adquiere la materia nos transformamos en un cuerpo espiritualizado. Como se afirma en Hechos (17:28) “En Dios nos movemos somos y existimos”. Hay una presencia de Dios vital transformante en todo y en todos.
La llamada Comunión de los Santos lleva implícita esa unión de todo con todos a través de esa presencia de Dios que intercomunica tanto el mundo ya purificado que llamamos celeste con el mundo en purgación que llamamos purgatorio y también con el mundo terrestre. Todo se encuentra comunicado, de ahí que nada se escapa, pueda escaparse al Ojo de Dios. Por mucho que tratemos de escondernos todo le es visible, ya que toda la creación en definitiva transparenta esta presencia del mismo Dios. De ahí la interacción de la propia materia entre sí, tanto la observemos en el mundo visible macroscópico mensurable como si descendemos al mundo microscópico, cuántico, atómico. En ese mundo invisible vamos descubriendo leyes, fuerzas que moldean la materia misma. Las propiedades de la física cuántica no dejan de sorprendernos, sobre todo al compararlas con la física convencional, van regidas por unas leyes que poco a poco vamos descubriendo y descubriendo como el propio Einstein atisbaba que tiene que haber una inteligencia superior, un orden inteligente que module, que rija todos estos cambios, y no solo en este mundo cuentico sino en todo el Cosmos. Y es ese orden, en esos cambios, en esas fuerzas, en esos poderes transformativos de la materia/energía de la que el propio hombre participa, donde ya muchos investigadores creen, e infieren que el mismo hombre transciende su propia naturaleza física y constituye en sí una unidad física psíquico - emocional y espiritual, con conciencia propia que interactúa con todo lo que le rodea, sea esto visible o invisible.
Algunos para intentar conceptualizar la vertiente espiritual del ser humano lo denominan espíritu, alma, yo profundo, ser esencial e incluso conciencia. Asimilan la conciencia con una energía sutil que no vemos pero que forma parte de la propia intimidad del individuo y que se encuentra unida íntimamente a nuestro cuerpo, pero que no es el estrictamente. Nuestro cerebro “es utilizado” como transmisor de la conciencia pero no es ella. Las experiencias cercanas a la muerte, evidencian como con corazón parado sin riego cerebral, los sujetos que las experimentan se ven fuera de su cuerpo observando las propias maniobras de reanimación que los profesionales ejercen y como tratan de interaccionar con los resucitadores, no consiguiéndolo ya que no interactúan físicamente con ellos. Esta conciencia les atraviesa.
En nuestra vida terrena nuestra conciencia está sujeta a nuestras percepciones e intelecto, donde “juegan” interacciones bioquímicas, pero declarados “muertos” sin riego cerebral, aparentemente “esta misma conciencia” sigue actuando desde otro plano dimensional, sin la necesidad de ningún neurotransmisor. ¿Dónde pues podemos ubicarla, si ya no necesita el cerebro? ¿Pueden las medicinas ayurvédica o tradicional china, ayudarnos en esta disyuntiva?¿ Acaso ello es una prueba de la persistencia del hombre tras la muerte física?: Nosotros creemos que así es.
En el proceso de muerte definitiva, esta separación es definitiva (es lo que los orientales refieren como ruptura del “cordón de plata “como un cordón umbilical que nos une afín al que nos une a nuestra madre al nacer a este mundo.
¿Cómo en definitiva, podemos explicarnos como puede ser el mecanismo que nos explique este fenómeno? independientemente que consideremos para un creyente que es de fe creer en nuestra existencia despues de esta vida.
Hoy día, con los conocimientos actuales que nos aporta la física cuántica, no es ya una fantasía lo que nos dice que existe un vacío entre la estructura atómica y las partículas que la rodean girando en órbitas. Aunque los cuerpos visibles, den una apariencia de solidez, en realidad en su estructura interna no es así, hay vacío (shuniata). La conciencia en sí, es capaz de atravesar ese vacío de nuestras propias estructuras atómicas y no chocar, sino atravesarlas.
Todas estas experiencias cercanas a la muerte iluminadas por los conocimientos actuales sustentados por la física cuántica que todavía
vamos descubriendo, pueden servir de base científica a estas experiencias, por otra parte universales, es decir, evidentes en hombres y mujeres de todas razas y culturas. Ellas, nos avalan, independientemente de que la resurrección del individuo sea una cuestión de fe, ello puede facultarnos para afirmar que durante el tránsito de la muerte entramos en un mundo energético, en un mundo sutil completamente diferente a lo que estamos acostumbrados en este mundo terrestre.
Una forma diríamos experimental de aproximarnos un poco a este misterio puede ayudarnos el experimentar los ejercicios de meditación profunda como en la práctica del zazen, donde el ejercitante “muere sentado en su cojín”, donde la conciencia es capaz de sobrepasar la atención ordinaria de las cosas del mundo que nos rodea, que queda diluido en el ejercicio, hasta que la conciencia, podíamos decir “puntiforme” permanece en sí misma “ inundada” del vacío, de la nada, aparentemente separada en sí del propio cuerpo del ejercitante, relativizándose así el tiempo del meditante, pudiéndose entrar, diríamos como en un campo cuántico, en ese vacío (shuniata) y constatarlo, como si depurásemos la conciencia, “separándola” de nuestro propio yo habitual con todas sus conexiones propioceptivas que permanecen como dormidas.
La concepción del tiempo que tenemos en nuestra cultura occidental es lineal, en la otra dimensión será un tiempo circular, un tiempo eterno sin fin, podríamos decir también un tiempo relativizado, si podemos hablar de la existencia de la noción del tiempo en sí, tal como habitualmente la entndemos.
Esta frase bíblica: “Un día es con Dios como mil años y mil años como un día” (2 Pedro 3: 8), puede aproximarnos a este misterio, difícil de tratar de explicarlo con nuestra mente racional ordinaria.
Recordemos que nosotros tenemos un cuerpo, que ese cuerpo posee órganos, los órganos poseen tejidos los tejidos poseen células las células moléculas que se expresan y que pueden formularse bioquímicamente. Las moléculas tienen átomos y electrones, partículas, que todavía se están descubriendo gracias a los aceleradores. Estas partículas se transforman en partículas más pequeñas, así hasta donde ya no aparentemente no se evidencian ya. Legamos así a la llamada constante de Planck donde ya no puede demostrarse ninguna partícula si no solo energía.Fotones,luz,energía... Elserhumanoestáconstituidodeluztal como nos dice la Biblia: Jesús expresa esto cuando nos dice que la luz que somos, no hay que esconderla debajo de la cama sino ponerla en lo alto, para que los que entren la vean... (Lucas 8:16).
SOBRE LA RESURRECCIÓN-I
Resurrección es Glorificación en Cristo Jesús, en Dios Trinitario. Somos los humanos cuerpos espiritualizados. En la persona: el alma y cuerpo están íntimamente unidos. En el momento del tránsito, se produce una asimilación del cuerpo por el Espíritu por un proceso podríamos decir de “vacío cuántico”, de tal manera que aunque se haya perdido el cuerpo material en el sepulcro o en la incineración, su matriz “energética” es asimilada por el Espíritu, conservando el Espíritu la esencia corporativa del individuo, pero con una “nueva física inmaterial”. Es pues el hombre la misma persona, pero espiritualizado su cuerpo, y con nuevas propiedades, como cuando el mismo Cristo se apareció a sus discípulos en el Cenáculo. Él ya en Gloria, apareció con las puertas cerradas. Su cuerpo fue constatado por Tomás, cuando el Maestro le dice que le
toque su cuerpo: “Y estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!... (Jn20:27-28) Ahora bien, la Resurrección como tal, se realiza en la “Lumen Gloria”, cuando la persona pueda gozar ya sin ningún obstáculo de la Luz de Cristo: “Yo soy la Resurrección y la Vida, el que cree en mi aunque muera vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”, dijo Jesús a Marta, cuando fue a Betania, a la muerte de Lázaro, su hermano (Jn 11:25-26)Mientras no se produce ésta permanecemos en la otra dimensión en cuerpo espiritualizado, aunque este cuerpo puede “materializarse” como se deduce de las experiencias de la Doctora Elisabeth Krübler que tuvo con sus pacientes ya fallecidos, relatados en “la muerte ese amanecer” y las huellas impresas en materiales, libros por almas del purgatorio, guardadas en el Museo Vaticano, y citadas por la psiquiatra Vallejo Nájera. La Resurrección no es tampoco resucitación que es lo que hizo Jesús con Lázaro que volvió a morir, sino lo implícito en sus palabras dichas a Marta, y luego evidente en su aparición a sus apóstoles en el Cenáculo. El que cree en mí, ya tiene la Vida Eterna (Jn3:36) es la semilla de Resurrección ya presente en esta vida en nosotros, y que se consumará en nuestro encuentro con El. Algunos teólogos, como Ruiz de la Peña (La Otra dimensión. Sal Terrae. Madrid 1975), hablan de un “tiempo intermedio” que tiene que transcurrir, cuando la persona no se encuentra debidamente aun preparada para el abrazo con Dios. Pero quien mide el tiempo, en la otra vida, porque el Cielo es un estado, no estrictamente un lugar donde el espacio y el tiempo, no sabemos cómo pueda transcurrir o en absoluto exista como tal.
SOBRE LA RESURRECCION -II
Creemos que es diferente la espiritualización del “cuerpo físico” que se produce tas la muerte, y que llamamos alma, de la Resurrección que es la planificación, la glorificación de la persona en Cristo Jesús, si el cuerpo espiritualizado es considerado digno de ella ( Lucas 20:27-40) En ella el alma recibe la Lumen Gloriae. “Yo soy la Resurrección y la Vida, el que cree en mí, aunque muera vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Jn 11. 25-26) Según las palabras de Jesús, la “asimilación” en Gloria del cuerpo espiritualizado, comúnmente llamado alma constituye la Resurrección. El alma no debe de ser considerada independiente del cuerpo, ya que la persona es una unidad indivisible, y tras la muerte esta unidad permanece, aunque transformada energéticamente en lo que llamamos cuerpo espiritualizado, comúnmente llamado alma (Ver Sobre la Resurrección I)
No tiene que entenderse en consecuencia la Resurrección como la resucitación que Jesús hizo en Lázaro, ni como una espiritualización en sí del cuerpo físico, que ya se produce tras la muerte, o como una incorporación del cuerpo del sepulcro al alma, sino como una transformación de este en Gloria. Si esta no se produce (Luc 20: 27-40), el alma que ya es un cuerpo energético espiritualizado, puede permanecer en ese estado indefinidamente, hasta que sea asumida en Gloria, en Vida Eterna o no.
Para entender este misterio, no debemos tener una idea platónica del concepto de alma y cuerpo por separado, sino considerar la unidad indivisible del ser humano, que ni la muerte separa sino que transforma energéticamente (Ver Resurrección I) Resulta en consecuencia una “esencialización”de la misma unidad que tenemos en la vida terrestre pero transformada energéticamente conservando la misma esencia del individuo que atraviesa la muerte y vive en otra, dimensión. Si es considerado digno por sus actos en vida terrestre, la persona será resucitada, glorificada a La Vida Eterna. Hasta que esto se produzca, la persona (comúnmente llamada alma) puede permanecer así transitoriamente en un estado de purgatorio, o desgraciadamente de forma irremediable en condenación.
SOBRE LA RESURRECCIÓN-III
Tras la muerte terrena, el cuerpo espiritual también denominado alma, no es literalmente el cuerpo terreno, posee su “matriz” energética, la esencia corporativa del individuo, pero no está aún plenificado hasta la Resurrección.
En la Resurrección se produce esta planificación, la glorificación del cuerpo espiritual o alma.
El cuerpo espiritual resucitado goza plenamente de la Gloria de Dios, mientras el alma aun no, mientras no sea resucitada. Desconocemos en términos de una “física” inmaterial energética estricta, los cambios sustanciales energéticos que puedan producirse tras la muerte, pues alma y cuerpo transformados energética unitariamente pueden penetrar y atravesar la materia, sin el obstáculo de barreras físicas y hacerse aparente (Jn 20: 27-28)
SOBRE LA RESURRECCIÓN-IV
Cuando hablamos de Resurrección no tenemos que confundir el mismo proceso de la resurrección con la persistencia del hombre tras la muerte.
Son dos fenómenos diferentes. Una cosa es la resurrección como un hecho de fe y otra como pueda producirse esta. La persona puede acceder a la otra vida y sin embargo no encontrarse resucitada todavía.
La resurrección se produce en el encuentro glorioso y definitivo con el Señor, porque Jesús es la propia resurrección. Recordemos su encuentro con Marta cuando ella le dice que su hermano resucitará en la
resurrección del último día, y Jesús le responde: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ha muerto no morirá para siempre y el que vive y cree en mí, no morirá para siempre”(Juan 11: 19-27)
La persona como ya explicamos anteriormente si puede tener ya ese germen de Resurrección, en potencia (Juan 6:47-48) La Iglesia llama “alma” cuando todavía no se ha producido la resurrección, pero tiene esa capacidad potencial que se desarrollará un día, si Dios la glorifica. Jesús es la resurrección y la vida y no puede entenderse la resurrección como un hecho puramente temporal, que se desarrollará solo si Dios lo
permite. Mientras, lo que llamamos alma, ésta permanece incompleta si no es planificada resucitada por Dios.
La esperanza en dicha resurrección, otorgada por Dios, es lo que llamamos purgatorio y cuando está no se produce ni haya esperanza de producirse, es lo que llamamos infierno.
La conciencia del hombre permanece tras la muerte y en realidad el hombre, tras su muerte terrenal, sabrá si hay esperanza de resurrección o por el contrario no. Pero es el hombre a lo largo de su vida y según sus actos, el que libremente abre su cauce, es decir a la salvación eterna, que es la persona resucitada.
Aunque no sepamos ciertamente como puede producirse la transformación de nuestro cuerpo material en energético, base de nuestro cuerpo espiritualizado o alma, la Resurrección es la glorificación del cuerpo espiritual.
Tienes amigo lector en tus manos, más que una novela, un testimonio de vida de dos personajes médicos de profesión, con sesenta años recién cumplidos, que en su enmcuentro en un balneario, tras 37 años de no haberse visto desde terminada su carrera, van testimoniando como ha sido su vida, su profesión, sus ansias, sus dudas, sus frustraciones, sus crisis y sus deseos mas íntimos. Desde los sentimientos más básicos de la persona hasta los pensamientos mas elevados van surgiendo entre los dos personajes a lo largo de la trama de esta novela.
Esta tiene dos partes bien definidas: la primera se desarrolla en Madrid, donde vive Sergio, uno de los personajes. Es viudo y añora a su mujer constantemente. Tiene tres hijos ya mayores e independizados. Ejerce como médico hospitalario. A lo largo de la trama se va exponiendo su labor diaria en el hospital tanto asistenmcial en relación con los enfermos y familiares, como docente con los estudiantes. El autor aprovecha el diálogo con éstos para dar saludables consejos de carácter higiénico a efectos de la prevención de enfermedades cardiovascular y oncológica dentro de una medicina natural, donde la dieta y el ejercicio constituyen dos de los pilares más importantes. Así mismo, aborda temas de carácter bioético y deontológico. También asume el tema de la relación con los hijos.
La otra cara de la medicina
En los libros del doctor Ebri el protagonista es el hombre, el ser humano en su integridad y a lo largo de los capítulos de que consta este libro, el autor nos porpone su conocimiento. Pero no se trata de un conocimiento parcial, sino que quiere profundizar en el hombre en toda su dimensión, en su plenitud, cuerpo y alma.
El método utilizado por el autor es el diálogo, de gran valor educativo e iniciado ya por Sócates, con pregunats y respuestas entre discípulos y maestro. Daniel, Sandra y María, con sus ansias de saber, provocan la explicación del Dr. Ebri que, de forma directa y clarificadora va exponiendo sus enseñanzas.
La otra cara de la medicina
El lector se verá metido de lleno en las preguntas que tres alumnos de medicina le van planteando al Dr. Ebrí, podrá enriquecerse con las respuestas de éste y se quedará sorprendido por la novedad de unos planteamientos más liberales que tradicionales, conducentes a despertar el compromiso personal proyectado hacia los demás.
Dice el autor que este libro está dedicado a todos los que buscan en esta vida: «buceadores que aprovechan sus crisis personales para su maduración interior y evolución». No le falta razón; pero es probable que, además de sus dudas, el lector se plantee muchas otras a lo largo de los quince capítulos en los que se verá atrapado desde el primer momento. Se le abrirán los ojos interiores a nuevas formas de entender la vida y sus interrogantes fundamentales.
¿Se puede reformular la fe sin alterarla? Si la fe es siempre la misma, sus formulaciones pueden variar, ¡y de qué manera! ¿Y qué pasa si se elaboran hipótesis científicas sobre las verdades de fe?
Asegura el autor que no quiere escandalizar a nadie, pero es probable que no lo consiga. ¿Es realmente el hombre sólo alma y cuerpo?, ¿Se altera la esperanza en la resurrección si se afirma que el cuerpo material se destruye para siempre en el ciclo del carbono?, ¿Es muy fuerte decir que se resucita poco después de morir?
La otra cara de la medicina
El método utilizado por el autor es el diálogo, de gran valor educativo e iniciado ya por Sócrates, con preguntas y respuestas entre discípulos y maestro. Daniel, Sandra y María, con sus ansias de saber, provocan la explicación del Dr. Ebri que, de forma directa y clarificadora va exponiendo sus enseñanzas. . Libros como este, que ahora vuelve a publícarse, en el que el autor une a su profesión de médica, su condición de humanista y su compromiso de cristiano, constituyen un valioso referente para las sociedades que, como la nuestra, se encuentran receptivas, a pesar de la superficialidad que parece invadirlas, a quien es capaz de idear nuevas expectativas y horizontes de sentida que vengan a llenar ese vacío ético, al que tan pasivamente, por otro lado, hemos parecido asistir.
Los pensamientos reflejados en este libro son de carácter vivencial y kerigmático, muchos de ellos están concebidos fundamentalmente de los 33 a los 40 años del autor, época donde fue un elemento activo en el Movimiento de Cursillos de Cristiandad de Zaragoza. Algunos de ellos, no obstante, han sido completados más tarde hasta la época actual. Ordenados por temas, pretende ser como un desahogo emocional o catarsis de sentimientos muy íntimos. Si bien se han añadido nuevos escritos en fechas posteriores a las ideas desarrolladas en aquella época. Muchos de ellos fueron también mecanografiados de los manuscritos originales por su padre "infatigable secretario" y lo hizo dos años antes de su muerte. En su homenaje y sabiendo por un sacerdote el bien que le habían hecho su lectura, hace seis meses comenzó una labor de transcripción y de remodelación, añadiendo además otros hasta la actualidad. En un anexo adjunto a esta obra se han añadido otros escritos, algunos de fechas más recientes que agrupan fundamentalmente recomendaciones de carácter higiénico psicológico, entrevistas de prensa, correspondencia en general y colaboraciones a homenajes y entrevistas on-line de temas ético-médicos.
Esta novela, nacida desde la rica experiencia de un médico y científico que ha dedicado su vida a los demás, es la narración de las ilusiones y las decepciones de un grupo de cuatro parejas que deciden realizar un viaje, en unas ocasiones para recuperar la esperanza y en otras para construir otro futuro. La búsqueda apasionada de la ilusión, en cada caso según su situación de partida, les irá obligando a reflexionar sobre todo lo que les rodea, les invitará a deliberar sobre el miedo, la muerte, la salud o la fe, convirtiendo el viaje en una experiencia inolvidable que les va enseñando los instrumentos que nos permiten vivir mejor, desde la felicidad a la generosidad, desde la tolerancia a la paz, desde la religiosidad a la esperanza. Página a página, mientras describe los problemas que acucian a los protagonistas de la novela, el autor nos va sugiriendo su mensaje: lo importante es que la vida espere gestos generosos de nosotros y, sobre todo, que nos enseñe a mantener esa ilusión que da sentido a la vida. Con esas riquezas inmateriales, los protagonistas su viaje – de una manera inesperada y sorprendente – cuando se hacen realidad las largas reflexiones sobre el amor y la muerte, cuando ya han aprendido que el amor nunca separa a nadie, porque une, y que el cielo no es un lugar sino una forma de ser, que podemos hacer realidad en el momento en el que nos convertimos en seres trascendentes. El crucero de los personajes de la ficción se ha convertido en un viaje iniciático, en el que los lectores acabamos siendo los verdaderos protagonistas, los destinatarios de un mensaje de esperanza que conseguirá hacernos más fuertes y más felices.
La Travesía (2ª edición)
A continuación podrán encontrar un pequeño aporte que espero, de todo corazón, les despierte la curiosidad.
Súbanse conmigo a este viaje en barco en el que podrán encontrar vivencias personales y cotidianas que seguro les harán vivir sensaciones pasadas.
Sin duda un viaje lleno de emociones.
La obra de un autor en búsqueda
En esta obra no hemos seguido, tal vez, un camino de lo políticamente correcto y aceptable según los criterios de muchos hoy en día, pero la libertad de pensamiento del hombre se impone, y el autor es sabedor de que también su línea de pensamiento puede agradar a un gran sector de público. ¿Acaso la poesía, que nace de la interioridad del poeta, tiene que adaptarse a los canones de lo que algunos consideran correcto, quebrándose entonces, su vena interior?
Esperamos que esta obra que complementa a lo ya publicado del autor, pueda llegar al lector sensible y en búsqueda. Una actitud, en la que más tarde o más temprano o al final, casi todo ser humano se embarca, en esta trayectoria vital que supone nuestra existencia.
METODOLOGÍA NUMÉRICA SOBRE TARSO Y CARPO.
La gigantesca obra del Dr. Bernardo Ebri sobre la maduración ósea queda reflejada en este Libro. Que un método tan sencillo como la medición con un nonius del diámetro mayor de distintos huesos del carpo-metacarpo y falanges de tanta información sobre la maduración ósea, hay que atribuirlo no al método sino a su autor. La constancia del Dr. Ebrí a lo largo de décadas, su rigor, sólo merecen un aplauso lleno de admiración. Los que hemos dedicado gran parte de nuestra actividad al estudio y seguimiento del crecimiento y desarrollo del niño hasta la edad adulta, sabemos de la importancia de evaluar lo más adecuadamente posible la que llamamos edad ósea. Las iniciales predicciones de talla adulta, basadas en la edad ósea que siempre deben ser hechas y comunicadas a los padres con gran prudencia y aclarando que se trata de un pronóstico. Los estudios del Dr. Ebrí son instrumentos muy válidos a condición de que no se les sobrevalore y sobre todo que se controle periódicamente la evolución de la maduración ósea.
“Nutrición y salud” está escrito sobre la base de las Conferencias Médicas impartidas en el Ateneo Zaragozano. Esta obra, tratado de consulta en nutrición, contiene 35 capítulos, 459 imágenes y más de 2.500 referencias bibliográficas. Fundamenta con una visión científica los aspectos nutricionales de la Salud, destacando en “negritas” los conceptos que el autor considera más a recalcar en pro de una alimentación más saludable.
Reflexiones desde la quietud
En esta obra, el autor nos explica cómo no es incompatible ser un hombre de ciencia y, a la vez, creyente, aportándonos numerosos artículos donde cita a eminentes científicos, hombres de fe. Analiza también la actual crisis de deshumanización de la medicina y de nuestra sociedad occidental, donde el relativismo progresista está infiriendo, a su parecer, graves daños morales, difíciles de solucionar, y que nos han sumido en una ``ética`` relativista funcional y maltusiana. Entrelazados con estos artículos, el autor testimonia sus reflexiones espirituales como creyente y cristiano convencido. Esperamos que, en estos tiempos difíciles, la lectura de esta obra pueda aportarnos luz y confianza en que, un día no muy lejano, y como nos decía el gran teólogo alemán Rhaner: ``El cristiano del siglo XXI, o será un místico o no lo será``.
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En el siguiente enlace podra encontrar:
1: La descarga del programa informático para el cálculo de la edad ósea y predicción de talla adulta del niño.
2: Publicaciones a este respecto en lengua española e inglesa.
3: Publicaciones de Nutrición y Salud.
4: Publicaciones de Línea humanística
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